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El Transiberiano: el más espectacular y mítico viaje en tren

Estación de tren en el lago Baikal, en la mitad del trayecto que recorre el ferrocarril Transiberiano, el más largo del mundo. (123RF)
Estación de tren en el lago Baikal, en la mitad del trayecto que recorre el ferrocarril Transiberiano, el más largo del mundo. (123RF)

El Transiberiano es acaso la vía férrea más colosal de todos los tiempos. Recorre 9.289 kilómetros desde Moscú hasta Vladivostok, el trayecto en tren más largo del mundo. Una experiencia única que ofrece de todo.

En agosto pasado cumplí el sueño viajero más grande que tenía y que planifiqué durante varios años: recorrer Rusia en tren para conocer parte de mi historia, caminar el país de mis bisabuelos y acercarme un poquito más a mis raíces. Pero también porque subirme a un tren en Moscú y atravesar 7 husos horarios y más de 9 mil kilómetros para llegar a Mongolia, me parecía una aventura inconmensurable.

Primero hay que explicar qué es el Transiberiano. En 1891, durante la época zarista, se comenzó a construir una ruta ferroviaria para unir la Rusia europea con la oriental y, así, controlar la costa del Pacífico. La obra se inició al mismo tiempo desde ambos extremos, hoy sus cabeceras Moscú y Vladivostok, gracias al trabajo de soldados y presos rusos. Se inauguró en 1904, pero recién en 2002 se dieron por terminadas las obras de electrificación de las vías.

Datos útiles: todo lo que necesitás saber para viajar a Rusia

Al día de hoy, el Transiberiano cuenta con dos ramales, la ruta del Transmongoliano, que une Moscú y Pekín pasando por Mongolia, y la del Transmanchuriano que une Moscú y Pekín sin ingresar a Mongolia.

Nuestra ruta

Mientras el viaje me presentaba un mundo desconocido a través de catedrales, mezquitas, ciudades imponentes y deliciosos dumplings, me di cuenta que lo que estaba por vivir nada tenía que ver con el turismo convencional. Salvo en las grandes ciudades como Moscú y San Petersburgo, el resto de los sitios no tienen en su esencia distraer al turista. Por el contrario, creo que es un viaje totalmente simbólico ya que su mayor atractivo se encuentra justamente en la travesía en tren, en caminar por calles desconocidas y dejar atrás todos los prejuicios y miedos que podamos tener.

El punto de partida para la mayoría de los que realizan el Transiberiano es por lo general San Petersburgo. Pero no es una regla. (Marina Tortorella)
El punto de partida para la mayoría de los que realizan el Transiberiano es por lo general San Petersburgo. Pero no es una regla. (Marina Tortorella)

A saber: Rusia no es como cualquier otro país. Todo lo que tiene para ofrecer es magnífico, aunque hay que estar dispuestos a soltar viejos esquemas y dejarse llevar por la confianza y las ganas de conocer. Los rusos van a querer estar presentes en tu estadía por su país, ayudarte y acompañarte en todo lo que puedan y los dejes.

Comenzamos el viaje en Moscú, ciudad a la que definitivamente hay que volver. Si bien el recorrido del Transiberiano comienza acá, decidimos primero ir a San Petersburgo. No queríamos perder la oportunidad de empaparnos de la cultura rusa en su totalidad.

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El primer tren que tomamos fue Moscú-San Petersburgo, un tramo que duró unas ocho horas y que hicimos de noche, para poder dormir.

Desde San Petersburgo tomamos el tren que nos llevó a Kazán, una de las ciudades más antiguas de Rusia. El paisaje con el que nos encontramos fue otro. Nos alejamos de las grandes ciudades y los tradicionales atractivos turísticos y entendimos la inmensidad de este país. Es que al bajar del tren brotaron las diferencias culturales con la gran capital.

El Kremlin de Kazán es la principal ciudadela histórica de la República de Tartaristán, situado en la ciudad de Kazán. (Marina Tortorella)
El Kremlin de Kazán es la principal ciudadela histórica de la República de Tartaristán, situado en la ciudad de Kazán. (Marina Tortorella)

El gran atractivo de esta ciudad es visitar el Kremlin, donde se encuentra la mayor mezquita europea junto a bellísimas iglesias ortodoxas y católicas. Y, a menos de una hora en bus del centro, está el Templo de Todas las Religiones, una obra que sacude todos los sentidos y te deja reflexionando.

Desde Kazán partimos hacia Ekaterimburgo, un viaje de 14 horas. Lo hicimos en tercera clase, lo que nos permitió conocer la otra cara del pueblo ruso. Los vagones son abiertos y se comparte todo: el baño, el vodka, cigarrillos y cuentos. No pudimos hablar una palabra en inglés, pero nuestro vecino de cucheta se encargó de hacerse entender a través de videos y de taparnos con mantas cuando comenzó a refrescar al caer la noche.

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Llegamos a Ekaterimburgo, la capital de los Urales, a las ocho de la mañana. Allí se unen Europa y Asia, ciudad donde también estuvo secuestrado y fue asesinado el Zar Nicolás II y toda su familia. Su casa es ahora la Iglesia del Salvador sobre la sangre derramada, un monumento destinado a preservar la memoria de la familia real.

En Ekaterimburgo se unen Europa y Asia. Allí está la Iglesia de la sangre derramada. (Marina Tortorella)
En Ekaterimburgo se unen Europa y Asia. Allí está la Iglesia de la sangre derramada. (Marina Tortorella)

Otro paisaje

Los colores y sabores del viaje fueron cambiando a medida que dejábamos atrás la Rusia occidental para ingresar a Siberia. Paramos en Novosibirsk, Tomsk y Krasnoyarsk hasta llegar a Irkutsk, donde se encuentra el Lago Baikal, la reserva de agua dulce más grande del mundo. El paisaje en estas ciudades es diferente, así como lo es su gente y sus costumbres. Desde el tren pudimos apreciar la llegada del otoño y transitar uno de los horizontes más soñados.

El gélido lago Baikal, una de las postales que ofrece este viaje en tren. (Marina Tortorella)
El gélido lago Baikal, una de las postales que ofrece este viaje en tren. (Marina Tortorella)

En el tramo de la ruta que une Krasnoyarsk con Irkutsk nos encontramos con un mundo aparte. De cada vagón salían cabecitas de turistas curiosos y expectantes que llevaban más de un día de viaje y cuyos cuerpos pedían bajar a estirar las piernas y tomar aire. Para nosotros fue un respiro y una alegría volver a charlar con alguien. Hacía más de 10 días que no lográbamos mantener una conversación en ingles constante.

Desde Irkutsk partimos hacia Ulan-Ude, ciudad frontera con Mongolia. Allí también la geografía y la población vuelve a mutar con el trayecto que realiza el tren, y el clima más árido y frío se hace notar. Hicimos noche en esa ciudad para tomar el último tren y cruzar a Ulan-Bator, la capital de Mongolia. Una vez más, el cambio de colores en el paisaje logró ser protagonista del viaje, dándole un tinte especial a la travesía de cruzar Rusia en tren.

La frontera entre Rusia y Mongolia, otro paisaje deslumbrante. (En Ekaterimburgo se unen Europa y Asia. Allí está la Iglesia de la sangre derramada. (Marina Tortorella)
La frontera entre Rusia y Mongolia, otro paisaje deslumbrante. (En Ekaterimburgo se unen Europa y Asia. Allí está la Iglesia de la sangre derramada. (Marina Tortorella)

La magia de las fronteras

El paso entre fronteras es maravilloso. En los más de 6.500 kilómetros que recorrimos en tren, la transición del atardecer entre el bosque siberiano y el amanecer frío y despoblado en el desierto mongol es el más impactante que vi. El paisaje es totalmente diferente, escasea el agua y la vegetación frondosa y el suave andar del tren acompaña los campamentos de nómadas que comienzan a trasladarse por la llegada del invierno.

El paso entre fronteras es maravilloso y ofrece diferentes espectáculos, como los campamentos nómades. (Marina Tortorella)
El paso entre fronteras es maravilloso y ofrece diferentes espectáculos, como los campamentos nómades. (Marina Tortorella)

Realizar esta odisea en tren es una experiencia que hay que vivir. Amanecer en Europa, cruzar durante el atardecer Siberia e ingresar sigilosamente al continente asiático, mientras desde la ventana del tren el paisaje se va modificando casi sin darte cuenta.

Datos útiles

PASAJES. Para un viaje más organizado el viaje, lo ideal es comprar todos los pasajes por internet, en www.russiantrains.com. El sitio tiene soporte en inglés y permite elegir cuándo viajar y en qué trenes y cabinas.

VISADOS. Con pasaporte argentino no se necesita visado para ingresar a Rusia y Mongolia. Si la idea es llegar hasta China y luego seguir viaje hacia otro país, hay que solicitar una visa on arrival al llegar a la estación de tren (o aeropuerto). Este documento permite estar en China por 144 horas (seis días). Chequear esa info antes de realizar el viaje.

ALOJAMIENTO. Hay habitaciones desde 5 euros, dependiendo del lugar. Rusia es un país accesible económicamente. Al no estar explotado por el turismo tradicional, los accesos a monumentos y tours son mucho más económicos que en otros lados. Lo mismo sucede con el transporte público (un viaje en subte cuesta 0,30 euros y funciona a la perfección).

GASTRONOMÍA. Hay muchas opciones para comer. Por cuatro euros, se consiguen muy buenos platos de comida.

IMPORTANTE. Tanto para Rusia como para Mongolia, es obligatorio contar con un seguro médico con cobertura sanitaria en estos países.

MÁS INFO. www.trentransiberiano.net.