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Río en metro: un paseo entre estaciones, playas y cultura carioca

Más allá de la turística zona sur de la ciudad, Barra de Tijuca aparece como la Río del futuro, con kilómetros de playas y centros comerciales. (Foto:123RF)
Más allá de la turística zona sur de la ciudad, Barra de Tijuca aparece como la Río del futuro, con kilómetros de playas y centros comerciales. (Foto:123RF)

La “cidade maravilhosa” mezcla paraíso costero con urbanismo a gran escala. Recorrerla a partir de su trazado de subterráneo es una aventura tan colorida como sus calles. Y una opción efectiva para evitar el caos de tránsito.

El viaje empieza lejos de las playas de Copacabana y mucho más abajo del Corcovado, el morro que sobre su cima tiene al Cristo Redentor y a la siempre interminable fila de turistas que llega hasta sus pies. Se trata de la parte más vieja de la ciudad, donde los portugueses dejaron su impronta en forma de callejones y arquitectura colonial. Allí, la imponente avenida Presidente Vargas resguarda lo que sucede bajo el cemento, en algunas de las estaciones pioneras del metro de Río de Janeiro, que desde 1979 parece haber cambiado definitivamente la dinámica de la ciudad.

El centro de Río concentra la mayor parte de las dependencias públicas, los bancos y los grandes edificios de oficinas. Allí, a escasos metros de la estación Carioca, la sede central de Petrobras deslumbra por el pragmatismo de sus formas y su estética futurista, justo al frente de la Catedral de San Sebastián, capaz de albergar a 5 mil personas sentadas y 20 mil de pie. El Teatro Municipal, los Arcos de Lapa y el acceso a la bohemia Santa Teresa a través de la escalera de Selarón esperan a pocas cuadras. Río es un pastiche de estilos y tradiciones y su área central lo confirma en cada esquina.

Tren hacia el sur

Si quisiéramos ir al Sambódromo o al Maracaná, la línea verde en dirección norte sería nuestro pasaje a dos de las tradiciones populares más importantes de esta parte de Brasil: el fútbol y el carnaval. El sur de la ciudad, en tanto, se asoma como el área donde el turismo más tradicional florece y las arenas de Copacabana e Ipanema funcionan como estandartes de la iconografía carioca. Hacia allí vamos a través de la línea naranja, que en este tramo comparte su recorrido con la verde.

Una parada alternativa puede hacerse en Botafogo, barrio que marca la tendencia hípster y que ha ganado el protagonismo que durante muchos años ancló en otras partes. Desde allí, a sólo 15 minutos hacia el este, Praia Vermelha (playa roja) esconde uno de los rincones más deliciosos de Río. Al pie del famoso Pan de Azúcar, esta pequeña playa es un símbolo para los cariocas debido a su vínculo con la llegada de los portugueses en el siglo XVI. Aunque un poco sucia, Vermelha es una opción tranquila tanto por el perfil de sus visitantes (que incluyen excursiones de escuelas) como por sus pequeñísimas olas.

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De vuelta rumbo al sur, a la salida de la estación Cardeal Arcoverde, Copacabana aparece como una de las atracciones fundamentales de Río. Con el esplendor de otras épocas como recuerdo permanente (con el hotel Copacabana Palace como símbolo ilustre), Copa sigue marcando el pulso de una ciudad que no deja de extenderse. Allí, en plena avenida Atlántica, también se pueden tomar las excursiones que van hacia el Cristo Redentor. Los domingos, media calzada de la arteria que bordea la costa queda habilitada exclusivamente para peatones y ciclistas.

Virando hacia el oeste, y antes de llegar a la coqueta zona de Leblon, aparece Ipanema. El final de la línea naranja se encuentra en la estación General Osório. Allí, entre la laguna Rodrigo de Freitas y la playa, las calles de uno de los barrios más afamados de Río ofrecen diversas opciones gastronómicas y comerciales. Para quienes quieran un poco de historia, uno de sus puntos ineludibles es el antiguo Bar Veloso, hoy Garota de Ipanema. Ese es el lugar exacto en el que, en 1962, Tom Jobim y Vinicius de Moraes se inspiraron para crear la canción que haría reconocida en el mundo entero a la bossa nova.

Pero si hablamos de metro y de Río de Janeiro, no se puede obviar la mayor ampliación de la red desde sus inicios. En la previa de los Juegos Olímpicos de 2016, cinco nuevas estaciones fueron abiertas hacia el final del trazado anterior. De esta manera, la zona de Barra de Tijuca, donde se concentró la actividad olímpica, fue conectada de forma directa con el resto de la ciudad. Por eso la estación Jardim Oceánico, que concluye la reluciente línea amarilla, es parada obligada en este recorrido. A pocas cuadras del mar, la salida de esta estación es una invitación a conocer otra versión de las playas de Río y la zona más desarrollada de la ciudad en los últimos años.

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Funcionamiento

La red de subterráneos de Río incluye 41 estaciones, 57 kilómetros de vías y tres líneas, por las que viajan alrededor de un millón de personas cada día. Está activa entre las 5 y la medianoche de lunes a sábados y de 7 a 23 los domingos y feriados. Durante Carnaval, el metro funciona 24 horas durante cinco días, mientras que en Año Nuevo es necesario sacar un pasaje con antelación para asistir a los festejos en la playa de Copacabana. Cuesta aproximadamente unos $ 25 el billete.

Otras opciones

Río exhibe con orgullo su eficiente sistema de transporte público. Además del subterráneo, los cariocas utilizan el metro na superficie, que conecta zonas donde la red aún no ha llegado. También están el BRS (sistema de autobuses urbanos) y el VLT (tranvía eléctrico instalado en el centro de la ciudad). En todos los casos se puede pagar con el Billete Único Carioca y se pueden combinar los diferentes servicios.

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