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Qué hacer en Rusia más allá del Mundial

Desde junio, el país estará en boca de todos por la Copa del Mundo. Aquí, un pantallazo de Moscú y San Petersburgo para aprovechar más allá del fútbol.

En pocos meses, el mundo pondrá sus ojos en Rusia. Quienes tienen la fortuna de viajar al mundo podrán aprovechar para recorrer este gigante euroasiático, tan enorme en su geografía como en su riqueza artística y natural.

Serán once las sedes en las que se disputará la Copa del Mundo y, para evitar grandes traslados, los estadios se encuentran principalmente en la región oeste del país. Es el caso de Kaliningrado, Kazán, Moscú, Nizhni Nóvgorod, Rostov del Don, San Petersburgo, Samara, Saransk, Sochi y Volgogrado. La excepción es Ekaterimburgo, ubicado al este de los Montes Urales.

ADEMÁS. San Petersburgo de la mano de Dostoievski

ALTERNATIVA. Moscú a través de sus estaciones de subte

Esta nota ofrece un recorrido por las ciudades emblemáticas de Rusia, descriptas de esta manera por el escritor Nikolái Gógol: "Moscú es una vieja ama de casa que cocina fritangas, mira desde lejos y escucha el relato de lo que pasa en el mundo sin ni siquiera levantarse del sillón.

San Petersburgo es un tipo que se divierte, no está nunca en su casa, va siempre a la moda y presume ante Europa.

A San Petersburgo le gusta ironizar sobre la falta de gusto y la torpeza de Moscú, mientras que Moscú reprocha a San Petersburgo ser calculadora y no saber hablar ruso".

La capital en cinco iconos

Las horas de viaje hacia Moscú se justifican con solo caminar la Plaza Roja. Aquí, el viajero se verá rodeado por cinco edificios icónicos. En primer lugar, está la catedral de San Basilio, con sus cúpulas pomposas que parecen salidas de un cuento, en el reinado de Iván el Terrible allá por el 1550.

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A metros se alza imponente el Kremlin, un complejo de edificios gubernamentales y cuatro cadenas montadas de murallas y torres. Por estos salones pasó la historia a través de encuentros y desencuentros, rodeada de secretos y mitos que se acrecientan con el tiempo.

Al oeste de la plaza está el Mausoleo de Lenin, custodiado por guardias de uniformes y hordas de turistas que esperan entrar para ver el cuerpo embalsamado del líder intelectual de la revolución rusa.

Por su parte, con un rojo sangriento se destaca el Museo Estatal de Historia, que alberga desde obras de arte que pertenecen a la familia Romanov hasta piezas arqueológicas y armas. Es una invitación a conocer el presente y el pasado del país.

El recorrido se cierra con el símbolo de la nueva Rusia, los Almacenes GUM. Con escaparates elegantes y preciosos aptos para zares, muestra la apertura del país a las grandes marcas internacionales. Vale la pena conocer el interior del edificio.

San Petersburgo, hablando y haciendo

Construida sobre un pantano por órdenes de Pedro el Grande, esta ciudad refleja a través de sus palacios barrocos y mansiones de estilo italiano la inquietud que tenía el zar por asemejarse a Europa en la arquitectura y las costumbres. La elección del lugar no fue azarosa: Pedro el Grande quería fortalecer la salida al mar de Rusia a través del Báltico.

Entre canales y puentes, la ciudad se extiende a orillas del río Neva y conduce a un lugar que sorprende incluso al viajero más exigente: el Hermitage. Este museo exhibe hoy momias egipcias y pinturas de Rembrandt, además de los increíbles salones donde pasaba sus días la dinastía Romanov.

Cuna de grandes escritores, San Petersburgo ofrece también un circuito literario que explora lugares relacionados con autores como Pushkin, Dostoievski, Ajmátova y Nabókov. 

A lo largo de la avenida Nevsky se despliegan numerosos anti-café, la nueva tendencia de lugares compartidos que los pasajeros pueden aprovechar para relajarse o pasar el tiempo. Este concepto ruso de exportación, que permite disponer de las instalaciones, pagando una pequeña suma por el uso del espacio, ya fue adoptado por otras grandes metrópolis.