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Punta del Este, la vecina glamorosa

No sólo de playas vive la ciudad: hoteles de lujo y locales gastronómicos de alta gama florecen y complementan la oferta.

Alos encantos de siempre –playas, bosques y suaves ondulaciones del terreno–, Punta del Este sumó en los últimos años torres y hoteles de lujo, y una gastronomía cada vez más sofisticada.

Alrededor de la Laguna del Sauce, a la altura de la bahía de Portezuelo, abrió el hotel Villa Toscana, ideal para combinar playa con caminatas al borde de ese espejo de agua. Pasando la Ballena, ya sobre la Mansa, se ven los cimientos de nuevos edificios destinados a clientes exigentes, los mismos que eligen Al Mar, uno de los pocos restaurantes sobre la playa, en la parada 24. Encandilan el agua y el espectacular pulpo Mauritania que el chef Andrés Piriz prepara al horno de barro y sirve con milhojas de papa.

DATOS ÚTILES. Información útil para visitar Punta del Este

Más cerca de la península, en la parada 7, I'Marangatú Beach arde de gente. Razones no faltan: ambiente, música, un enorme deck sobre la playa y la cocina impecable de Matías Sanjurjo, quien se luce con una mollejas thai con cebolla morada y focaccia y la pesca del día con puré de arvejas y ensalada de choclo y repollo. I'Marangatú está abierto todo el día y es ideal para disfrutar del atardecer con un trago y alguno de los postres del pattissiere Andrés Sánchez, toda una promesa.

La transformación de la ciudad comenzó hace más de veinte años con la apertura del hotel Conrad, hoy Enjoy. Su restaurante Las Brisas sigue convocando a multitudes y es una opción para comer un buffet de calidad mirando la isla Gorriti y los paquebotes que anclan frente a su costa.

Del otro lado de la península, ya sobre la Brava, entre la construcción de torres fastuosas está el Grand Hotel, sobre la parada 10, el último cinco estrellas. Por su diseño inteligente con la mayoría de las habitaciones con vista al mar y su ubicación a cinco minutos de Gorlero, es ideal para los amantes de la costa y de la vuelta por el centro. Ofrece servicio de playa en su parador Brava, donde se prepara el mejor sushi.

En la parada 19 emerge la torre de 45 metros de L'Auberge, un clásico de Punta del Este desde 1950, famoso por su salón de té y los inigualables waffles que supo imponer su primera dueña, de origen belga. Hay 26 habitaciones distribuidas alrededor del jardín y diez más en la torre. Los desayunos son un verdadero lujo gracias al pastelero Wilder Charbonier, quien elabora todas las mañanas scons, budines, medialunas, panes y mermeladas caseras.

Cruzando el sinuoso puente que conecta con La Barra, el lujo espera ya no camino a la playa, sino al campo. Qué mejor que el silencio y el horizonte sin interrupciones. Esto promete el campo uruguayo en Fasano Las Piedras, el hotel que la cadena brasileña levantó a diez minutos de La Barra. Son 20 bungalows y 10 suites con una arquitectura impactante en piedra y madera, que se acopla a las ondulaciones y rocas del paisaje. Una terraza voladiza ofrece el show del atardecer todos los días, sumado a una biblioteca envidiable y a la posibilidad de picar algo o tomar un aperitivo antes de cenar en el restaurante de excelente cocina italiana. Imperdible el carpaccio de carne Kobe con piñones. Recién al cuarto día dan ganas de bajar a La Barra. Allí, Baby Gouda prepara platos con productos de su huerta orgánica y jugos saludables.

Más cerca de Manantiales, en medio del bosque, Punta del Este Resort & Spa combina la hotelería de alta gama con un parador de playa internacional, el Bagatelle Beach, que también está en Dubái, Saint Tropez y Miami. Un shuttle va y viene del hotel a la playa para que sólo haya que preocuparse por llevar el protector solar. Bagatelle se caracteriza no sólo por su alta cocina –exquisitos ceviches, pescados enteros a la parrilla y tragos de autor– sino también por su DJ y servicio que, de pronto, puede calzarse un traje de superhéroe para servir a quien pidió champagne francés.

A la noche, Manantiales tiene un fenómeno: Mistura, el restaurante de Sebastián Araújo que deslumbra por sus platos de inspiración peruana como el tiradito de salmón curado con miel de maracuyá, de factura impecable. Imposible conseguir mesa sin reserva.

Cocina francesa en un jardín mágico

Con más de 25 años en la ciudad, Jean Paul Bondoux comparte ahora con sus hijos Aureliene y Amandine la pasión por la excelencia en la cocina. La Bourgogne, Relais & Châteaux, propone una auténtica gastronomía francesa con productos de la propia huerta en un jardín mágico. Un servicio como no hay otro, que se disfruta desde el amuse bouche al petit fours con el café.

Fiestas y viñedos

Sobre el camino del cerro Egusquiza, al lado del Fasano, acaba de abrir Aguaverde Wine Lodge, una impactante casa de frente de vidrio sobre una colina con vista a una piscina de 50 metros y viñedos, y dos casas de huéspedes. La casa principal suele ser escenario de fiestas, aunque también cuenta con tres suites. Decoración exquisita, atención personalizada y el entorno del campo lo convierten en una experiencia única.