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Marruecos, una tierra de pastores

Jaimas (tiendas) en el Sahara, para pasar la noche como un bereber.
Jaimas (tiendas) en el Sahara, para pasar la noche como un bereber.

El pastoreo en Marruecos es unos de los medios de vida más comunes y aunque es una tarea exclusiva de los hombres, las niñas también pueden ejercerla hasta superar la pubertad. Después, tendrán que ocuparse de las tareas del hogar.  

Nomad pipol, dice Mohamed y detiene el auto. Una de las mujeres sostiene un bebé y a su alrededor contamos cerca de 20 bidones. Su esposo la vendrá a buscar al atardecer. La otra mujer tiene su cabeza cubierta con un pañuelo. Su mirada es poderosa y brilla cuando Mohamed le hace bromas en bereber. Su voz es suave, apenas se escucha un silbido.

El viento es el dios del desierto y golpea con su silencio. Este evento constituye para todos un encuentro extraordinario, pertenecemos a mundos tan distintos pero nos mueve el mismo espíritu: liberarnos de los mandatos. Unos metros más allá, una niña de unos 10 años reúne un grupo de cabras.

El pastoreo en Marruecos es unos de los medios de vida más comunes y aunque es una tarea exclusiva de los hombres, las niñas también pueden ejercerla hasta superar la pubertad. Después, tendrán que ocuparse de las tareas del hogar.

El desierto comienza a mostrar su rostro, aunque todavía es pronto para imaginar que a pocos kilómetros de donde estaremos hay un muro de la vergüenza. Una serie de muros que en conjunto abarca más de 2.000 kilómetros de largo, lo que lo convierte en el segundo más largo del mundo, sólo detrás de la Gran Muralla China.

Con la diferencia que esta última hace años que dejó de ser usada para separar territorios y gente. En cambio, el muro marroquí es la mayor barrera que ha levantado el hombre para separar a sus semejantes, para aislar a los pobladores originarios de esta zona, los saharauis.

Un espacio real 

Nos envolvemos la cabeza con turbante azul, inflamos el pecho y miramos a la inmensidad. Somos, por un pequeño lapso, pastores del desierto. Valoramos, aprendemos, escuchamos.

El desierto es un espacio real, pero a la vez, no existe. Se mueve, se transforma, las tormentas de arena modifican el rastro de los tuareg y deben seguir las ondulaciones. El viaje no resulta sencillo. No hay pistas estables y el desierto es algo vivo, cambiante, con dunas que pueden llegar a desplazarse entre 15 y 30 metros en un año. Los caravaneros se guían por su instinto, por los astros, el viento y el sol.

El desierto del Sahara tiene más de nueve millones de kilómetros cuadrados de extensión, lo que significa que tiene casi el mismo tamaño que China. Los países que abarca son Argelia, Túnez, Marruecos, Sahara Occidental, Mauritania, Malí, Níger, Libia, Chad, Egipto y Sudán. Las dos zonas más importantes del desierto del Sahara marroquí son Zagora y Merzouga.

El desierto de Merzouga es la parte más impresionante del Sahara marroquí. Esta zona es ocupada por bereberes que viajan vendiendo sus animales. Ellos son los verdaderos dueños del desierto, quienes lo conocen y mantienen sus tradiciones.

Finalmente, después de atravesar montañas, pueblos, ríos y ciudades, entramos al desierto en una pequeña caravana de camellos. Un joven descalzo guía al primero, lentamente. Tres horas más tarde, calentaremos el cuerpo con un couscous al ritmo de los tambores.

Pasaremos la noche en una jaima, carpas tradicionales que usan los bereberes entre distintos trayectos. El viento viaja a la velocidad de la luz y azota las tiendas; la noche pasa rápido y entre tantas imágenes, el amanecer nos sorprende y somos siluetas en la arena, seres errantes en un mundo maravilloso y vital.

Nadie puede ser indiferente y nadie puede sentirse dueño de la desmesura del Sahara.

Lo que hay que saber

Cómo llegar. El vuelo de Madrid a Marrakesh, con Ryan Air, cuesta alrededor de $ 1.000.

Alojamiento. En Marrakesh se puede dormir en una casa de familia por $ 350 argentinos (la habitación doble con desayuno).

Comidas: couscous, tagine o platos tradicionales con sopa marroquí de entrada, $ 100 para dos personas. Botella de agua, $ 15.

Excursión al desierto. La excursión con camellos y noche en el Sahara, cuesta $ 1.000 aproximadamente e incluye la cena. Algunos hoteles incluyen habitación con desayuno al regreso.

Hay otra excursión en 4X4 que cuesta casi el doble.

El alquiler de un auto, desde Marrakesh, con chofer y por tres días, alrededor de $ 1.500.

Moneda: Los precios están en pesos. La moneda de Marruecos es el dirham. 1 dirham = 1 peso.