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Joao Pessoa, la capital del verano en invierno

La ciudad más oriental del continente tiene mínimas de 15° y máximas de 34° durante gran parte del año. ¿Busca experiencias distintas? Programe sus próximas vacaciones estivales en junio. Aquí, algunas excusas.

Los buscadores de vida extraterrestre trabajan de manera simple: marcan los planetas que están en un punto no demasiado cercano ni lejano de una estrella. Eso asegura que la luz llegue madura, con el calor suficiente para que, en caso de que haya agua, permanezca líquida; no se evapore ni tampoco se congele. Eso no indica que haya vida, pero sí las condiciones necesarias.

Con mínimas de 15° y máximas de 34° durante gran parte del año, el estado de Paraíba es un paraíso de enero a enero. Apenas por debajo del ecuador, João Pessoa, la segunda ciudad con más espacios verdes después de París, ofrece la infraestructura ideal para vivir el Nordeste a pleno. Limpia, prolija, con un tránsito increíblemente ordenado y de un tamaño similar a Córdoba –pequeña para Brasil– es equidistante a los soles de Natal o Porto de Galinhas. Menos metropolitana que Recife, más tranquila y con un litoral más corto que Pernambuco, pero con playas de ensueño. Los buscadores de oportunidades y experiencias únicas valoran esos puntos intermedios.

DATOS ÚTILES. Información útil para enamorarse de Joao Pessoa.

Volver bronceado en junio ya es motivo de envidia, pero si además se traen anécdotas de la fiesta más ardiente de Brasil, tanto como el Carnaval, eso aporta millaje para pasar a la categoría de viajero profesional. A una hora de auto de las playas con arrecifes y peces de colores está Campina Grande, sede de la festa junina más grande y colorida. Días de arena y sol y noches de São João a puro baile y alegría cortan el año y recargan las baterías del cuerpo y el alma.

Todo queda a una hora o dos en auto de Pessoa: el aeropuerto de Recife con su vuelo directo a Córdoba; las mejores playas del Nordeste; las grandes celebraciones por San Juan; los museos que atesoran la música, la alfarería y el grabado en madera; los pilares de esa mezcla de culturas que habita entre el Mato, el Agreste y el Sertão. La Ponta do Seixas, el punto más cercano al África, ahí donde el sol llega primero y besa el continente. Praia do Jacaré, donde el sol se pone detrás del río Paraíba con una misa que agradece su visita con el bolero de Ravel y forró pé de serra. Tirar la ropa en la playa naturista de Tambaba, donde un cocotero solitario crece en el arrecife y permite recordar que la vida siempre se impone a las mareas y otros embates. Todo esto mientras los amigos toman antigripales y las amigas se estacionan cerca del calefactor.

Fortaleza de Santa Catarina. Tierra de caníbales, luchas entre holandeses, portugueses, franceses, españoles y guaraníes. Antiguo puerto ballenero y siempre frutal. Ciudad con nombre de gobernador asesinado por no callar lo pensado y lo sentido. La bandera de Paraíba dice NEGO sobre un campo rojo y negro. Tierra porfiada y orgullosa que niega al progreso que la viste el derecho a ocultar sus raíces. Es maravilloso ver en acción las manos de “las sirenas de la Peña”, cooperativa de madres, hermanas y esposas de pescadores que arman flores, collares y pendientes con las escamas y los cueros de los pescados que quedan en los bordes de los platos.

Todo eso que se espera de Brasil en enero vive en Pessoa en junio. La oferta gastronómica y hotelera desde Cabo Branco hacia Manaíra –el barrio de la infancia de Herbert Vianna, voz de Os Paralamas do Sucesso– es variada y menos costosa que en otros destinos más promocionados. La capital de Paraíba es ideal para hacer base, alquilar un auto “compartido” –autos particulares puestos a renta– y desde ahí pasar el día en Pipa o en Praia dos Carneiros. Eso sí, después de conocer Jacumá, Tabatinga, Coqueirinho, Bessa, Tambaú y las piscinas naturales de Picaozinho.

Sí, el invierno es temporada de lluvias en el trópico, pero las tormentas son respetuosas y se derraman muy de mañana o durante la noche. Dormir al compás de cataratas de cielo sobre las palmeras, mientras el pensamiento vuela hacia los familiares que llenan bolsas de agua caliente o ponen frazadas extra sobre la cama, es rejuvenecedor. João Pessoa es uno de esos lugares donde la vida encuentra las condiciones para ser disfrutada: clima amable, belleza natural y calidez humana.