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Ir en auto hacia Iquique en Chile

Superados los trámites fronterizos del Centro Integrado de Frontera de Jama se sale del complejo y rápidamente se llega al límite internacional. 

Luego del límite internacional no crea que el camino comienza a descender hacia el Pacífico, al contrario, en los próximos 100 kilómetros la ruta 27 sigue ascendiendo por la árida Puna de Atacama hasta los 4.700 metros de altura.

Luego de pasar el cruce con el camino que lleva a Bolivia, la 27 inicia un franco y pronunciado descenso hasta San Pedro de Atacama. En efecto, en apenas 50 kilómetros se pasa de estar a más de 4.000 metros a 2.500 metros sobre el nivel del mar. Se recomienda usar freno de motor pues es habitual ver vehículos con los frenos recalentados en este descenso. La imponente presencia del volcán Licancabur, al que uno veía a la par en el camino, se lo aprecia en toda su magnitud desde San Pedro de Atacama.

Esta localidad se destaca por ser el punto de partida hacia diversos circuitos turísticos, entre los que se destacan los géiseres del Tatio. Desde allí se sale hacia Calama, importante centro minero distante unos 110 kilómetros, con un camino que atraviesa el valle de la Muerte y que al promediar llega al paso Barros Arana, para descender hacia Calama entre generadores eólicos y una gran planta fotovoltaica.

Desde Calama se llega después de unos pocos kilómetros hasta Chuquimata (en el cruce hay una oportuna estación de servicio), donde se toma la ruta 24. Tras una nueva trepada y otro descenso entre torres de alta tensión se arriba tras 80 kilómetros al cruce con la ruta 5, columna vertebral de las comunicaciones terrestres de Chile. Allí el viajero que se dirige a Iquique puede optar por dos alternativas (o ir por una y volver por la otra), casi iguales en distancia: por la ruta 5 hasta Pozo Almonde (303 kilómetros y 1.500 pesos chilenos de peaje), o por Tocopilla y la costera ruta 1 (297 kilómetros y 1.000 pesos chilenos de peaje). La primera alternativa atraviesa el desierto de Atacama, uno de los más áridos del mundo, y el paisaje está dominado por la absoluta presencia de la “nada”; mientras que por la ruta 1 se va constantemente acompañado por la “nada” del impactante desierto y el mar, lo que es muchísimo más bello como paisaje.

Es un poco más rápido ir por la 5, pues la alternativa de la 1 presenta un trazado algo más trabado sólo en las proximidades de Tocopilla.

Las aduanas

Hay un punto que el viajero debe estar advertido: la presencia de las aduanas por ingresar a un territorio que es zona franca. Para el argentino no representa otra cosa que un mero trámite administrativo, pero que es obligatorio. En efecto, si se va por la ruta 5 una de estas aduanas se halla apenas se pasa la localidad de Quillagua, mientras que por la ruta 1 el puesto de control se ubica en la desembocadura del río Loa. Cuando uno va hacia el norte debe estacionar y hacer sellar el papel de aduana obtenido al ingresar a Chile, nada más que eso, pero salvo unos carteles de anuncio nadie lo va a parar para que realice el trámite. Cuando salga de la zona franca con dirección al sur, el desvío de los complejos lo hacen pasar por un paso con barrera, donde el turista argentino debe reiterar el trámite burocrático de sellado (el control lo van a tener en la aduana argentina cuando ingresen al país). Cabe destacar que si el turista no sella el papel a la ida es pasible de ser multado al regreso con 200 mil pesos chilenos (unos cinco mil pesos argentinos).

Iquique

Si se opta ir por la 5 se llega a Pozo Almonde y un poco más adelante se toma la autovía 16 hasta Alto Hospicio. Desde allí en un imponente descenso se llega a la ciudad de Iquique.

En general son dos los principales atractivos: las playas como Cavancha y la zona franca. Este sector comercial de la ciudad abre sus puertas a las 11 y resulta un verdadero caos circular por la cantidad de autos y camiones en las calles circundantes.

A veces hay gente que va con muchas expectativas con respecto a los precios libres de impuestos, pero no siempre resulta tan conveniente con respecto a los precios de la propia Santiago. Sin dudas que los clásicos productos de free shop (bebidas alcohólicas y perfumes), ropa, calzado deportivo y televisores resultan muy favorables para los compradores argentinos.

Tenga en cuenta que al regresar a la Argentina vía terrestre las personas mayores tienen una franquicia de 150 dólares y de 75 dólares los menores de 16 años, y que sobre el excedente se abona el 50 por ciento del valor de compra. Cabe recordar que sólo pueden integrar o juntar las franquicias los miembros del grupo familiar, padres e hijos menores de 16, pues los mayores tendrán su propia franquicia no incorporable al conjunto.