Hawái: naturaleza de alto impacto en el medio del Pacífico

Un hombre sesentón de camisa amarilla, con floreado verde, rasca suavemente un ukelele. A su lado, una mujer cincuentona, en composé, le pone la voz a los acordes musicales. De un ambiente seco impregna de calidez y se conjuga con el hechicero hula hula de un par de cinturas ondulantes y manos que parecen dibujar olas en el aire. Alrededor, el público, sin resistencia, se deja encantar con el espectáculo que se da en un espacio público de Oahu.

Por aquí y por allá, en la mirada meticulosa, aloha es la palabra, el concepto que está en todos lados. En todo tipo de carteles, en placas, en los remates, en las cámaras, en las tablas de surf y en lo que se puede hacer. Además de significar "hola", "adiós", "amor" y "bienvenido", su trasfondo habla de la vida y de la comunicación entre cuerpo y alma. Y ese es el rasgo más fuerte de la cultura polinesia que se puede encontrar en Hawái, el estado número 50 y más reciente de Estados Unidos, donde la vida está vertebrada entre el azul del mar y el verde de la montaña.

Apenas uno desembarca en Honolulu, la capital del archipiélago situada en pleno corazón del Pacífico, se desahogó una interna interna entre la ansiedad por descubrir un lugar que bien se ha ganado la fama y el cachetado de la humedad que es una obligación de bajar un cambio, ponerse en modo colgar suelto (relájese, todo bien) y definitivamente vestirse livianito.

Una salvedad: lo que es en general y confusamente se relaciona con Hawái (Pearl Harbor, Waikiki, Diamond Head y Honolulu) en realidad forma parte de la isla Oahu. Hawái es una de las restantes 17 del archipiélago, conocido como isla grande. Más allá de las menciones, otros populares son Niihau, Kauai, Molokai, Lanai, Kahoolawe y Maui.

En Oahu, Waikiki Beach es el ícono indiscutible de la región. A esta playa, que sintetiza todo lo que la isla puede ofrecer, llega a diario muchos viajeros para darle una suelta a la combinación de placeres urbanos con la tranquilidad de aires hawaianos. Se trata de una tienda de campaña con centros de compras, nocturna, hoteles de alta gama, locales del Paseo de Playa para degustar sabores típicos y una gran variedad de restaurantes internacionales.

Quienes desean un perfil más virgen, deben alejarse un poco. Entre Waikiki y la Costa Norte aparecen otras playas bellísimas como Waimanalo Beach y Lanai, que conjugan aguas tranquilas con picos volcánicos. Sunset Beach es la primera de una seguidilla de playas en el norte, en una zona mucho menos desarrollada. Cerca está Haleiwa, una de las ciudades más antiguas donde hoy hay algunos restaurantes, galerías de arte y tiendas de suvenires. Y entre ambas se ubica la bahía de Waimea, donde desembarcó el capitán Cook en 1778, con sus olas de hasta nueve metros y una seña repetida entre los surfistas: el shaka, que se hace con el puño cerrado y los dedos meñique y pulgar extendidos.

Al norte y al este de la isla, mirando a mauka hacia el mar, los paisajes simplemente embriagan con su belleza natural agreste.

Si hay un lugar donde la industria del cine se ha encargado de hacer conocer, ese es Hawái. De aquí a la eternidad, Jurassic Park y Siete días y siete noches solo tengo algunos títulos que tuvieron locaciones por estos lados. Tampoco les fue nada mal a los actores de Lost, cuando -en la ficción- el avión cayó y los personajes fueron a parar a este archipiélago.

Pero además, en esta tierra fértil para los cinéfilos hay tres monumentos que recuerdan la Segunda Guerra Mundial. También llevó a la pantalla grande, Pearl Harbor estremece con el Arizona Memorial, construido sobre el barco hundido, en honor a los combatientes que murieron en el ataque japonés a la base militar el 7 de diciembre de 1941. Los otros dos son el USS Missouri y el Museo y Parque del Submarino USS Bowfin.