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Costa Amalfitana, un cuadro de la herencia italiana

Un recorrido por pueblos de alma marina que se desenvuelven entre paisajes sublimes. Sorrento, Positano y Amalfi son parte de un circuito que hace volar los sentidos.

A lo largo de unos 50 kilómetros de la costa meridional de la península Sorrentina, se extiende uno de los litorales más seductores y predilectos de Europa: la Costa Amalfitana. Los acantilados escalonados interminables, el azul intenso del mar, las rutas zigzagueantes e hiperangostas, las coloridas terrazas, los aromáticos limonares y las villas con colores de sorbete, son sólo algunas características de este destino hedonista, que rememora la herencia italiana.

[Video:https://www.youtube.com/watch?v=dU8kaCjrEPI]

Sorrento

Tomamos como base esta localidad para ganar tiempo evitando los check in y check out. Sorrento es una ciudad apacible, que se resiste a caer en la vulgaridad de los souvenirs y la edificación impersonal, que no tiene nada de “secreto mejor guardado” ni de playa solitaria.

Caminamos el epicentro, la plaza Torquato Tasso. Paralela a ella, hacia el lado del mar, podemos perdernos por las callecitas antiguas y encontrar varios puestos donde el limón, en sus distintas versiones, domina la escena.

Sorrento. Una ciudad apacible, con un romántico centro histórico. (Brenda Kean / 123RF)
Sorrento. Una ciudad apacible, con un romántico centro histórico. (Brenda Kean / 123RF)

En tanto, la Via San Cesareo, es el corazón latente de la ciudad, con calles peatonales salpicadas de pórticos de palacios. También sobresale la catedral, una iglesia franciscana con un monasterio del siglo XIII.

El centro histórico, en plenitud, es romántico. Desde él descendemos varias escalinatas y accedemos al puerto, que nos conecta con Capri y Nápoles, entre otros destinos.

Positano

“Colgado de un barranco, duerme mi pueblo blanco”, le canta Joan Manuel Serrat a este destino mielero con todos los honores de la Costa Amalfitana: arquitectura en altura, atelieres de cerámica, tiendas de diseño y la renombrada scalinatella, que conduce a la Playa Grande. Allí nos relajamos un par de horas, rodeados de piedras que hacen de arena, y que se pierden en lo profundo del mar celeste, el que nos invita a zambullirnos, hacer la “planchita” y regalarle a la vista una postal maravillosa.

Las construcciones coloridas se multiplican hacia la cima y nutren un paisaje bendecido por la vegetación mediterránea, floral y de tonos relucientes. Además, podemos conocer el Museo de la Cripta y del Campanario de la iglesia de Santa María Assunta, cuyos trabajos de restauración llevaron a descubrir los restos de una villa romana.

Entre sus paseos plagados de comercios, abundan las tiendas de ropa de grandes firmas con precios prohibitivos. Las cerámicas de Umberto Carro también merecen un párrafo aparte. En pocas horas, Positano puede dinamitarnos la billetera. Entonces, es mejor movernos y sólo detenernos varios minutos para apreciar las panorámicas desde las terrazas, hacia el corazón de este reducto. Algo que todavía no tiene precio.

Amalfi

Nos ponemos los anteojos de sol y dejamos flotar la chalina al viento para sentirnos a tono. Llegamos a la bella Amalfi, apretada entre el mar y las montañas. Desde la altura, vemos los barquitos que se desparraman como manchas sobre el mar Tirreno.

Amalfi. Apretada entre el mar Tirreno y las montañas, luce edificios históricos junto a sus playas. (jakobradlgruber / 123RF)
Amalfi. Apretada entre el mar Tirreno y las montañas, luce edificios históricos junto a sus playas. (jakobradlgruber / 123RF)

Pequeña, bulliciosa y un poco desordenada, cuesta creer que haya sido una superpotencia marítima, ya que en una hora es posible recorrerla de punta a punta, visualizando los contados edificios históricos de relevancia. La explicación es simple: casi toda la ciudad vieja, junto con sus habitantes, se hundió en el mar durante el terremoto de 1343.

Nos sumergimos en el lugar que marca el pulso, la plaza Duomo, y subimos los 63 escalones de la Catedral bizantina del siglo IX para poder apreciar de cerca su puerta de bronce del 1060, la primera traída a Italia desde Constantinopla.

Una vuelta por Capri

Tomamos el ferry para desembarcar en la Marina Grande, el puerto de acceso a la isla, pero rápidamente nos embarcamos nuevamente para conocer la Gruta Azul. Dicen que fue la piscina natural del emperador Tiberio, con unos 30 metros de profundidad y tonos azules, de fluorescencia de neón.

Los Farallones

El giro dell´isola también nos presenta a los famosos "colmillos" rocosos. Los Farallones, emblemas del lugar, son tres piedras que emergen de las profundidades marinas. La del medio tiene una cavidad por la que todos los turistas pasan, cierran los ojos y piden un deseo. A su lado, la más alta: mide 111 metros.

Costa Amalfitana

Agua y limón. Algunas alternativas para descubrir otros lugares de esta región.

Núcleo del movimiento. La fuente Sant´Andrea es punto de encuentro, descanso y donde muchos se acercan a tomar agua. De estilo barroco, fue construida en 1760 y se instaló frente a la Catedral, a un lado de la plaza para permitir el paso de los automóviles sin riesgo para el monumento.

El rey limón. En toda la costa se puede apreciar y disfrutar del limón en su magnitud y en sus distintas versiones: licores, caramelos, jabones, cerámicas, pasteles aromatizados, lo que se nos ocurra. Un oasis del cítrico, donde, por supuesto, el lemoncello es la estrella.

Chapuzón en el Mediterráneo. Cuando lea un cartel con la frase Noleggio barche ("alquilo embarcación") es posible aventurarse mar adentro, donde no está claro en qué lugar termina el charco y dónde empieza el cielo, para saltar y refrescarse en la inmensidad del Tirreno.

Datos útiles

CÓMO LLEGAR: aéreo por Alitalia a Roma, desde 23.400 pesos. Traslado a Nápoles y paquete de cinco noches, desde 15.800 pesos. Sorrento se ubica a 50 kilómetros al sur de Nápoles. Desde allí, se puede acceder en auto, tren (63 pesos) o ferry (174 pesos).

PASEOS: la Costa Amalfitana se puede recorrer en autobús Sita (www.sitabus.it). El boleto entre Sorrento y Amalfi, 47,50 pesos. Otra opción es el ferry de Amalfi a Positano, 126,5 pesos.

ALOJAMIENTO: en Sorrento, hotel Continental, desde 4.400 pesos la habitación doble. Hotel Tasso Suites, desde 1.900 pesos la habitación doble. En Positano, Hotel Le Agavi, con acceso directo a la playa, habitación doble desde 6.400 pesos. Hotel Casa Alvertina, desde 3.400 pesos.

GASTRONOMÍA: el plato típico es el gnocchi (ñoqui) a la sorrentina, varía entre 158 y 190 pesos. Restaurante Il Buco en la rampa de Marina Piccola: menú degustación de seis platos, 1.100 pesos. Restaurante Da Emilia en Marina Grande: un plato de pasta, uno de pescado y vino de la casa, entre 395 y 475 pesos. El bar Fauno ocupa la mitad de la plaza Tasso, y es el mejor lugar para sentarse a ver el movimiento diario: una bebida ronda los 126 pesos.

Consultas: www.italia.it

*Especial