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Conocé estos datos de uno de los emblemas de la capital inglesa

"Domine salvam regiman nostram victoriam priman". El Big Ben luce sus 165 años con gracia divina. (Gentileza: Pexels)
"Domine salvam regiman nostram victoriam priman". El Big Ben luce sus 165 años con gracia divina. (Gentileza: Pexels)

Días atrás se cumplieron 164 años desde que el mítico Big Ben funcionó por primera vez en la ciudad de Londres.

La torre del reloj del Palacio de Westminster es, sin dudas, el edificio más representativo de la ciudad de Londres y lo que todos ansían ver cuando llegan a esta ciudad. Sin embargo, este ícono londinense guarda muchas leyendas y curiosos detalles a lo largo de su historia.

Aprovechamos su aniversario para revelarte algunos detalles que quizás no conocías.

Hay distintas teorías en relación al origen del nombre Big Ben, si bien Big se debe a su enorme tamaño y peso, Ben puede hacer referencia a Benjamin Hall, el primer Comisionado de Obras cuyo nombre está grabado en la campana; o en reconocimiento a Ben Caunt, campeón británico de peso pesado en 1850.

Lo que sí está claro es que este nombre se refiere a la campana que está dentro del edificio, pero el edificio en sí se llama Elizabeth Tower en honor a la reina.

Big Ben. Clásica postal londinense, británica como el té y las cabinas telefónicas rojas. (Gentileza: Pexels)
Big Ben. Clásica postal londinense, británica como el té y las cabinas telefónicas rojas. (Gentileza: Pexels)

Es el reloj de cuatro caras más grande del mundo: cada una de ellas tiene un diámetro de siete metros y están formadas por 312 piezas de cristal; el minutero mide 4,3 metros y el horario 2,8 metros.

No hay una única campana dentro del Big Ben: a la campana principal la acompañan otras cuatro que tocan los cuartos de hora en distintas notas musicales.

Todas sus caras llevan una inscripción en latín hecha con oro que dice Domine salvam regiman nostram victoriam priman (Señor mantén a salvo a nuestra reina Victoria I).

La torre está inclinada, se calcula que se ha ido torciendo un milímetro cada año hacia el noroeste debido a las irregularidades del terreno y a los túneles que pasan por debajo.

El cambio de hora de los relojes requiere de cinco horas de trabajo, una tarea que es llevada a cabo de noche por cinco profesionales dos veces al año.

La campana siempre ha estado rota, la original se rompió en 1856 y no pudo ser reparada, por lo que se la cambió por una más liviana pero que también se rajó y al día de hoy conserva la grieta.

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