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Aruba, la isla de fantasía

Los suplementos de viajes deberían imitar a los de autos y llevar cada destino al límite para detectar virtudes y defectos. Este cronista fue seleccionado como tester por declararse inmune a los embrujos de los trópicos all inclusive. Así le fue.

Desde el aire, Aruba parece una cuchilla. Roja como hoja sobre forja. Contraste perfecto contra verde mar sobre blanco arena. Quema. La brisa mezcla vegetales de mar y desierto. Algas y cactus con un dash de flores. Los pasillos del aeropuerto son fríos y cálidos a la vez. Como pinturas de Rembrandt, Vermeer o cualquier diseño con sangre holandesa.

La respuesta sopla en el viento

Oranjestad conserva rasgos coloniales pero su arquitectura es marítima y global desde el centro hasta Boca Catalina, el barrio chic. Boca en papiamento significa "bahía". Entre joyerías y marcas exclusivas el producto más refinado de Aruba es su lengua madre. Enamora. Es un placer dejar que las palabras rueden como perlas, redondas, suaves, y sentir cómo se vuelven reconocibles. Si me pidieran un solo motivo para visitar Aruba, diría que la respuesta sopla desde las bocas que se saludan al pasar. Amayra Boekhoudt (Aruba Tourism Authority) nos da el bon bini y es como si la isla, su historia y su cultura se hubiesen condensado en una madraza negra con apellido holandés. RIU Palace Aruba es nuestra fortaleza. Cúpulas como torreones para el avistamiento de bucaneros y otras especies autóctonas. Cruceros, yates y tablas de surf tiradas por barriletes. Unido al RIU Palace Antillas, ofrecen 900 habitaciones con todo lo que un corsario pueda soñar. Comidas y bebidas a granel para quien disponga de unos ocho mil pesos por día. Atardece. El cronista ya dejó sus prejuicios junto a su ropa "de civil".

DATOS. Información útil para conocer Aruba.

Extraño no extrañar

Con sólo googlear "Aruba", el lector se ahogará en elogios sobre playas de película. El cronista prefiere gastar tinta en comparaciones que el destino no necesita. El medio de locomoción histórico era el burro, el plato típico incluye el cabrito y en el interior de la isla las matas de aloe, cactus y tunas silvestres hacen que un cordobés no extrañe. Es como si Quilino tuviera salida al mar. Hermosos el desierto central y el árido norte. Un riojano podría creer que Talampaya limita con playas aptas para el nudismo de sirenas. Las ruinas de Mira La Mar, molino de oro que imitaba a un fuerte-ahuyenta-piratas, son réplica casi exacta de La Mexicana, la mina del cerro Famatina. El rojo marciano del coral fósil se mezcla con el negro volcánico y el verde recio de plantas que nunca tienen sed. Aruba se abre como un higo de tuna si se saltan las vallas de los hoteles. Se la recorre en horas. Por unos 6.000 pesos diarios, tarifa de un all inclusive promedio, se puede rentar una casa para seis personas y hay casi tantos "súper chinos" como en la República Popular. Los aéreos COPA Córdoba-Panamá no son caros. Aruba en "plan serrano", es decir, una escapada de finde largo con alquiler de cabaña y gastos compartidos entre familias, se pone a tiro.

Paladar negro

Aruba sabe a pescado y banana fritos. El pan bati es un panqueque exquisito y la pica di papaya di Madam Jeannette es el Tabasco autóctono. Puede hacer llorar a un charro. Se come fantástico pero no es barato. La Hostaria da' Vittorio (Eagle Beach) es carísima pero cada plato rinde por cuatro. Barefoot (Surfside Beach, Smith Boulevard) es lo mejor: cena en flip-flops (ojotas) o en patas bajo la luna. Mis saludos a una mesera. Rubia. Rulitos. Bocadito Holanda. Pero lo mejor está en Savaneta, al sur. Zeerovers es restorán-pescadería-puerto todo en uno. Por 250 pesos más bebida se puede devorar pez espada, atún u hombre-rana mientras todavía mueven las aletas. Con un ojo sobre las biquinis y otro sobre los pelícanos que siempre amagan. Se vende pesca del día para llevar. Como si el Mercado Norte se abriera a un paisaje de novela de Hemingway.

A Jacques Cousteau y a Isidoro Cañones les gusta esto

El primero perfeccionó el equipo para buceo autónomo e hizo documentales ideales para tardes de sábado; el segundo, un millonario de historieta. Por unos 1.500 pesos el submarino Atlantis VI lleva al humano a los pagos de Nemo. Por 2.300 pesos se abre De Palm Island, parque acuático, bares y caminata por el fondo del mar. El SeaTrek es increíble: te ponen una escafandra como la de Buzz Lightyear y te guían a más de siete metros de profundidad entre peces, erizos y cangrejos ermitaños que arrancan dedos a periodistas. No hay tiburones o se esconden bien. Por hospedaje en hoteles Rennaisance o peaje de 1.500 pesos se puede acceder a la exclusiva Rennaisance Island y nadar entre azafatas de KLM desnudas… Perdón, entre flamencos, o compartir un trago con iguanas bajo el manglar. 1.500 pesos es una ganga para jugar al playboy por un día.

Mis queridos huéspedes, soy su anfitrión…

La isla de la fantasía fue una serie de TV donde Ricardo Montalbán interpretaba a un enigmático “hotelero” que cumplía sueños en su paradisíaco islote. Tenía por asistente a un pigmeo maorí. Los canosos saben que se llamaba Tatú y se alegraba como un niño cada vez que llegaba el hidroavión. Aruba es un decorado perfecto. Cumple la fantasía de que el mundo anda sobre rieles. Para acceder a “la isla de…” se abonaba un precio altísimo y rara vez se permitía que el pasajero se quedara a vivir. Aruba no es accesible pero vale cada billete. Este cronista fue con tres valijas de prejuicios y volvió con apenas uno o dos en el bolsillo. Recomienda este destino y hasta se anima a crear una escala de puntuación. Aruba merece cinco Tatús. Como decimos en cordobés, un lugar para disfrutar como un enano.

Florín

Moneda de la isla. Dos por dólar. El aeropuerto tiene sector y aduana USA. Para mejorar: la sala de fumadores queda del lado yanqui cuando se llena de gringos. Debimos desalojarla “invitados” por un guardia fronterizo. “Algún día seremos todos iguales”, dijo un compañero de ruta. Con florines o sin.

Plus

Por último, te dejamos con el sonido del mar en plena noche, pero... ¡advertencia! este video es para ver con los ojos cerrados e imaginarte que estás en el Caribe