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72 horas en Singapur

Sobre una superficie equivalente a un tercio de la provincia de Tucumán, el país se convirtió en apenas medio siglo en uno de los más desarrollados del mundo.

Más que un viaje en el mapa, Singapur es un viaje en el tiempo. O varios. Porque esta pequeña ciudad-estado, que hace 50 años era uno de los países más pobres del mundo y ahora encabeza sistemáticamente las listas de los más desarrollados, se proyecta hacia el futuro en la arquitectura y la tecnología, manteniendo al mismo tiempo la esencia de las tres civilizaciones que confluyeron sobre su territorio: la china (ampliamente mayoritaria), la india y la malaya. Con ellas llegaron el budismo, el hinduismo y el islam. Y todos conviven sobre una superficie pequeñísima, pero que supo conservar gran parte de la selva original a pesar de la densidad demográfica. En tres días, a buen ritmo, hay mucho para ver.

DATOS. Información útil para conocer Singapur.

Día 1: herencia étnica. Chinatown, Little India y Kampong Glam son los barrios de las tres grandes comunidades del país. El Templo del Diente de Buda es el corazón del área china –el 75% de los singapurenses comparte ese origen– y el mejor lugar para empezar el recorrido conociendo la tradición budista. A la salida, comer en un Hawker Centre, un comedor techado con varios puestitos que ofrece los platos típicos. ¿Los favoritos? Rice porridge y chicken and rice. Hay que tratar de ir antes del mediodía, porque después es imposible conseguir mesa. Siempre en el barrio chino, entre farolitos de colores y puestos donde se venden durians (un fruto muy aromático) está el templo hindú más antiguo de Singapur, el Sri Mariamman Temple: se puede acceder libremente y sólo se paga para sacar fotos. Little India, sin embargo, se concentra en torno a las avenidas Jalan Besar y Serangoon Road: aquí hay otros templos más pequeños y muchas construcciones que recuerdan la herencia de esta comunidad. Es uno de los lugares de mayor color local y también el único donde se podría ver el sacrilegio de un papelito en el suelo. Singapur es el país de las multas –se aplican para todo– y esa infracción no es una excepción. Finalmente, Kampong Glam reúne a la comunidad musulmana en torno al Malay Heritage Center, la antigua residencia de los sultanes malayos, y la mezquita Masjid Sultan. Perfecto para pasear por las calles angostas y comer al paso bocados árabes, explorando también Haji Lane, un pasaje donde se pusieron de moda los negocios de diseño.

Día 2: Marina Bay. Si el primer día fue el pasado, el segundo es el futuro. En Marina Bay se exhibe la voluntad vanguardista de Singapur en la arquitectura y la planificación urbana. La recorrida puede comenzar con un paseo en barco desde Clarke Quay: las embarcaciones siguen un itinerario circular, con varias paradas a lo largo de una hora. Se puede hacer completo –y se pasará frente al Merlion, la estatua del ser mitológico mitad león y mitad pez que simboliza a Singapur, cuyo nombre significa "la ciudad del león" – o bien bajar en las paradas intermedias. Una de ellas es el Raffles Hotel, símbolo de lo más exclusivo de la herencia colonial británica, y el lugar ideal para tomarse un célebre cóctel llamado "Singapore sling". La otra es Marina Bay, sobre el recodo del río Singapura, donde lo que se ve por sobre cualquier otra cosa es el espectacular hotel Marina Bay Sands, conformado por tres torres –símbolo de la buena suerte para la cultura china– de 200 metros de altura coronadas por una terraza en voladizo de 350 metros de largo. Se puede entrar en el lobby y también pasar de allí al complejo comercial Shoppes by the Bay, que reúne las tiendas más exclusivas del mundo. Al pie del hotel, sobre el río, se encuentra el Museo de Arte y Ciencia, con su forma de flor de loto: aquí se puede experimentar lo último en realidad virtual. Del otro lado esperan los jardines Gardens by the Bay, que tienen un área abierta de acceso libre y dos cubiertas: un invernadero con plantas de todas partes del mundo (también palos borrachos argentinos) y una gran catarata bajo techo que recrea la selva. Afuera está el gran ícono de Singapur: los Supertrees, enormes árboles de acero cubiertos por puntos de luz, que de día se pueden recorrer en pasarelas elevadas y de noche brindan, al iluminarse en todos los colores, un espectáculo inolvidable.

Día 3: fauna del sudeste asiático. Quienes quieran asomarse al curioso mundo de la fauna del sudeste asiático tienen cuatro lugares imperdibles en el país: el Jurong Bird Park, el Zoo, el Safari River y el Night Safari. Sólo el primero está separado el resto, pero para 2020 la creación de un "hub ecológico" los reunirá en la misma zona de Mandai, a media hora del centro de la ciudad en taxi. Estas cuatro áreas no concentran sólo fauna de la región, aunque esta sea sin duda la más interesante para el viajero llegado desde otras partes del mundo. Son zoológicos modelo, donde se recrean ecosistemas como el de los pandas gigantes –hay dos ejemplares que todo el día mastican indolentes su bambú en el Safari River– y los pangolines, en este caso en el Night Safari, que es un recinto para visitar exclusivamente de noche, cuando los animales tienen mayor actividad. En el mismo día se pueden conocer tres parques (hasta las 18 el Safari River y el Zoo, y más tarde el Night Safari), en tanto el Jurong Park queda un poco más alejado.