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San Marcos Sierras, un mundo aparte

A 130 kilómetros de Córdoba capital se ubica esta localidad con calles de tierra y aire puro. El estilo de vida de sus pobladores y sus rincones naturales enamoran a cada vez más personas.

No tiene calles asfaltadas, tiene hermosos caminos de tierra. No tiene smog, tiene aire puro. No tiene carteles de neón, tiene un cielo lleno de estrellas. No tiene hoteles lujosos, tiene alojamientos rústicos y acogedores. No tiene grandes restaurantes, tiene casas de comida que preparan platos caseros y sabrosos. No tiene galerías comerciales, tiene túneles vegetales. No tiene ruidos de fábricas, tiene sonidos de pájaros.

Así es San Marcos Sierras. Para algunos, no tiene muchas cosas. Para otros, lo tiene todo.

Paseo urbano

Para conocer en profundidad San Marcos Sierras, lo ideal es empezar haciendo –a pie y al ritmo que uno quiera– el circuito por sus casonas o edificios antiguos. Puede ser autoguiado o conducido por un guía especializado. El recorrido comienza en la plaza Cacique Tulián. Este espacio lleva el nombre del cacique comechingón que recuperó importantes extensiones de tierra que los nativos habían perdido en manos de los colonizadores.

Frente a la plaza están la vieja iglesia (que aún conserva las paredes de adobe y la fachada original), la feria de artesanías y añejas construcciones donde funcionan locales comerciales y gastronómicos, pintados de colores vivos y adornados con bonitos faroles.

El paseo continúa por el almacén de ramos generales, el bar La Esquina, el primer hotel donde también funcionó la primera radio fija (denominada “Propaladora”), la vieja comisaría que todavía conserva el calabozo en su interior, el correo, la gran casa de veraneo de un exgobernador y el primer centro cívico. La arquitectura refleja el pasado colonial de la región y hace viajar en el tiempo.

Comunidad heterogénea

En San Marcos Sierras conviven en armonía con los demás y con la naturaleza: descendientes de los antiguos pobladores (los comechingones), naturistas, hippies, ecologistas, artistas plásticos, poetas, músicos, escritores, artesanos, terapeutas alternativos y profesantes de diversas religiones.

En el 2010, este paraje de las Sierras contaba oficialmente con 943 habitantes. En el 2015, con 3.000. Y año tras año esa cifra va aumentando, principalmente por la cantidad de personas (de diferentes nacionalidades, clases sociales y edades) que se cansaron de vivir en las grandes ciudades y se enamoraron de San Marcos.

Ambiente natural

El pueblo fue declarado territorio no nuclear y de protección a la naturaleza. Es por eso que todas las calles son (y serán) de tierra. Hay una ordenanza que así lo establece porque el asfalto traería más autos, ruidos y contaminación.

Otra ordenanza declara a San Marcos libre de transgénicos y agroquímicos. El objetivo de los habitantes es impulsar la producción orgánica y educar sobre los beneficios de consumir productos elaborados sin dañar el medio ambiente. Aquí la comida tiene otro sabor; las verduras y las frutas son mucho más ricas.

Además, están prohibidas las luminarias a cielo abierto. Por eso, por las noches se puede observar –a simple vista– una diversidad de constelaciones e incluso algunos planetas del sistema solar.

Y a seis kilómetros de San Marcos se encuentra uno de los pocos ríos sin contaminación del país, dado que a lo largo de su recorrido no existen asentamientos humanos: el bellísimo río Quilpo. Sus aguas son tan transparentes que permiten observar peces y tortugas hasta a dos metros de profundidad.

Capital de la miel

Otra particularidad de San Marcos Sierras es que es uno de los principales productores de miel de Córdoba. En este rincón serrano la miel es extrapura porque está libre de transgénicos y agroquímicos.

Quienes quieran conocer más sobre este alimento eterno (porque nunca se corrompe), pueden acercarse al Parque Temático El Árbol. Allí, en medio de un hermoso bosque de árboles autóctonos, explican todo el proceso apícola.

Y no sólo hay buena miel en este pequeño pueblo ecológico del noroeste cordobés, sino que también hay exquisitas aceitunas, aceite de oliva y queso de cabra.

Sin lugar a dudas, San Marcos Sierras es el lugar ideal para degustar comida casera, caminar a ritmo lento y disfrutar de la naturaleza en su estado más puro.