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Las musas del arte siguen en la Casa Museo y Centro Cultural Rivolta

El centro cultural se emplaza en la avenida principal de la localidad de Unquillo, muy cerca y al alcance de todos. (Benita Cuellar)
El centro cultural se emplaza en la avenida principal de la localidad de Unquillo, muy cerca y al alcance de todos. (Benita Cuellar)

La Casa Museo Rivolta, en Unquillo, exhibe obras de arte de la familia del pintor y funciona como un centro de actividades culturales.

Muchos artistas se afincaron en Unquillo, atraídos por el paisaje bucólico y la quietud serrana. Una de esas familias fue la conformada por el pintor Eugenio Rivolta; su esposa, María Diegues, y sus hijos, Inri, Verónica, Bernardita, David, María del Carmen y Marta.

Eugenio nació en 1907 en Devoto, Córdoba. Vivió durante muchos años en Leones, aunque viajaba pintando iglesias. En uno de esos viajes pasó por la terminal de Unquillo y quedó atrapado por la belleza de las sierras. Entonces, decidió que ese sería su hogar.

Así, en 1945, se instaló en una casa cercana al río. Y en 1950 se mudó a la que luego se convirtió en la Casa Museo y Centro Cultural Rivolta, en la avenida principal de la ciudad.

El lugar sería un reflejo de la creatividad familiar, desplegando el amor por el arte que el pintor y su esposa transmitían a sus hijos y a toda la comunidad.

Variada actividad cultural

Antes de convertirse en museo municipal, la casona de los Rivolta, de estilo colonial y líneas simples construida en 1920, era una vivienda familiar con las musas revoloteando a cada paso. No solo había espacio para las artes plásticas, sino también para la música, la escritura y la poesía, entre otras actividades. Y los infaltables rezos al anochecer. Así lo recuerda Ligia Rivolta, nieta de Eugenio e hija de Inri. “Era muy lindo. Disfrutaba mucho. Sobre todo en las vacaciones de verano, cuando venían mis tías de Buenos Aires. Era una familia muy religiosa”, cuenta.

El patio con el parral era el lugar elegido para el encuentro. Una larga mesa se llenaba de visitas y no faltaba la bagnacauda. La alegría contagiaba a todos y se armaba el baile. “Uno de los hermanos de mi abuelo tocaba el acordeón”, rememora Ligia.

Las paredes estaban tapizadas de cuadros. En el primer piso, se encontraba el atelier de Eugenio al que llamaba pulé (gallinero en piamontés). Ahí pasaba la mayor parte del día pintando. En su ingreso, había una Biblia sobre una mesita y la luz del sol dominaba todo.

Tras los pasos del artista

David y Marta siguieron la tradición de Eugenio y se convirtieron en grandes artistas. Ambos eran eclécticos en sus creaciones.

En el caso de David, su mayor producción fueron las esculturas y los autorretratos escultóricos que hay por toda la casa. “Se basaba en una tradición de la iglesia, la pintura de santos. Sobre ese imaginario hacía sus autorretratos de distintos momentos de su vida con el dominio de la figura humana. Y también pinturas”, destaca Adrián Bertoli, guía del museo.

Algunas de las esculturas realizadas por David. (Benita Cuellar)
Algunas de las esculturas realizadas por David. (Benita Cuellar)

David trabajaba con la evolución del ser humano (arqueología e historia). Le gustaba viajar e impregnarse de distintas culturas para después plasmarlas en esculturas usando el yeso y la madera, revela el guía Bertoli.

Abrió academias de arte en Córdoba y Buenos Aires, y junto con Marta, dictaba talleres en la casa familiar. Igual que su padre, frecuentaba a Guido Buffo y hasta lo ayudó con la obra de la capilla.

En un rincón de la cocina, una pintura destaca la cosmovisión de los pueblos primitivos al reproducir la imagen de una caverna basándose en teorías extraterrestres.

Sus obras, de diversas corrientes de acuerdo a la época, llegaron hasta Alemania. Cuando falleció, su hermana siguió generando y enseñando arte. Recientemente se expusieron 37 esculturas de David en los museos Caraffa y Genaro Pérez.

Marta también tenía una obra diversa. “Aunque se definía como una gran escritora y pintora. Componía canciones y hacía esculturas”, relata María Celia Seveso, pareja de la artista.

Acrílico de Marta Rivolta, titulado Comarca de duendes. (Benita Cuellar)
Acrílico de Marta Rivolta, titulado Comarca de duendes. (Benita Cuellar)

Ella creía que la casa era un lugar de duendes, de seres relacionados con el arte y la vida. Para la gente que concurría a los talleres era un refugio de paz.

“Cuando pintaba un cuadro, lo dejaba en el pulé para que los duendes le dieran el toque final. Así le decía su padre. Marta siempre fue transgresora y rebelde. Ella pintaba sobre sus marcos porque le gustaba exceder los límites”, recuerda María Celia, quien estuvo con la artista hasta su muerte en 2009.

La intención de los hermanos era que sus obras se mostraran al público. En 1980, la casa fue declarada de interés municipal y en 2010 los herederos la donaron al municipio. Desde 2011, funciona como centro cultural.

Recientemente la casa fue rehabilitada como museo. Durante 2018 y parte de 2019, el municipio hizo las obras de restauración, inaugurando las salas de exposiciones David, Marta y Eugenio.

Un recorrido por el museo familiar

Vista hacia el patio de la casa familiar de los Rivolta. (Benita Cuellar)
Vista hacia el patio de la casa familiar de los Rivolta. (Benita Cuellar)

Con un recorrido que incluye la historia familiar y de las obras, la visita guiada comienza por la sala Eugenio, donde sobresalen las obras inspiradas en paisajes, muchos imaginarios.

Eugenio era visitado por Quinquela Martín y Fernando Fader, y se pueden ver esas influencias.

Apenas se atraviesa la puerta de ingreso, aflora el mundo de David. Esculturas del cuerpo humano dominan el espacio. Luego, le siguen otras basadas en culturas como la indígena y la egipcia.

Hacia el fondo, hay dos habitaciones, la cocina, el patio sin el parral y más obras de David y Marta. En lo alto, se encuentra el pulé con su atril, pinceles, pinturas y el sol aún cubriendo el pequeño espacio. Por todos los rincones emana la creatividad de estos artistas que legaron su casa, el lugar que amaron.

El pulé donde pintaba Eugenio Rivolta. (Benita Cuellar)
El pulé donde pintaba Eugenio Rivolta. (Benita Cuellar)

Marita Gahn, directora de Cultura y Educación municipal, expresa: “Solo nos queda homenajear a la familia cuidando la casa. Y seguir la tradición de dictar talleres para niños y adultos”.

Datos útiles

CÓMO LLEGAR. San Martín 3.119, barrio Norte, Unquillo. La entrada es libre y gratuita.

CUÁNDO VISITARLA. En temporada baja: de jueves a domingos y feriados, de 10 a 17. Temporada alta: jueves a domingos y feriados, de 9.30 a 12.30 y de 16,30 a 20,30. Teléfono: 03543-487307.