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Mujeres cordobesas

Iglesia Santa Catalina, el primer monasterio del país. Su presencia revela historias de fervor religioso.
Iglesia Santa Catalina, el primer monasterio del país. Su presencia revela historias de fervor religioso.

La Dirección de Turismo se dedicará este mes a homenajear a las mujeres que forjaron la ciudad con coraje y valor. Visitas por lugares en las que fueron protagonistas. 

La ciudad de Córdoba era apenas un puñado de viviendas alrededor de la Plaza Mayor cuando el hidalgo Tristán de Tejeda, hombre público e integrante de la compañía de Jerónimo Luis de Cabrera, se asentó con su esposa en uno de los solares privilegiados que el fundador destinó a sus oficiales. Tristán y su esposa Leonor tuvieron siete hijos: Leonor, Juan, María, Tristán, Sebastián, Hernando y Clara. La vida social era de interés de la primogénita, Leonor de Tejeda y Mirabal, pero la vida religiosa se agitaba con la llegada de las órdenes misioneras, de tal modo que el fervor de franciscanos, mercedarios, dominicos y jesuitas se trasladó a la comunidad a través de acciones espirituales y educativas.

Leonor concurría asiduamente a la Compañía de Jesús, como acostumbraban las mujeres de familias acomodadas de la época, devoción compartida también por su esposo, Manuel de Fonseca Contreras. El matrimonio había perdido a su único hijo a la edad de 2 años y Leonor, madre a pesar de todo, no dudó en disponer su propio hogar para la educación de las niñas cordobesas. Pero la vida habría de poner a prueba su templanza una vez más: al tiempo, tras una larga enfermedad murió su esposo Manuel.

Viuda muy joven, Leonor encontró consuelo en la oración e inspirada por la vida de Santa Catalina de Siena y las vocaciones religiosas, solicitó permiso al obispo Trejo y Sanabria para fundar un convento de clausura de la orden dominica que se constituyó en el primer monasterio argentino.

Coraje en tiempos coloniales

Cuando la madre de Leonor de Tejeda llegó a tierras cordobesas, ya la llevaba en su vientre y era acompañada por otra mujer que formaba parte de la comitiva: la panameña Luisa Martel de los Ríos, esposa de Jerónimo Luis de Cabrera.

A pesar de su juventud, Luisa ya era viuda cuando se unió con el fundador de Córdoba y al igual que Leonor de Tejeda, ya había perdido a su hija Blanca, fruto de su primer matrimonio. La personalidad de Luisa fue retratada por historiadores que subrayaron su inteligencia y fortaleza de carácter.

A poco de la fundación de Córdoba llegó a la ciudad Abreu de Figueroa con la orden real de reemplazar a Jerónimo en su cargo e imponerle cargos de traición. La sentencia fue definitiva y culminó con la muerte del fundador y la confiscación de todos sus bienes.

De nuevo viuda y sin bienes, viajó con sus cinco hijos primero a Santiago del Estero y posteriormente a La Plata, en búsqueda de ayuda hasta que emprendió una lucha sin igual para recuperar los bienes que le correspondían a ella y sus descendientes y para limpiar el nombre de su difunto esposo.

La empresa de Luisa agiganta su figura a los ojos de la historia porque por una parte tuvo la valentía de exigir hasta la Corte Real la devolución de un honor perdido y por la otra, porque si tal empresa era de por sí esforzada, la condición social a la que se relegaba a las mujeres en esa época significó un tremendo desafío.

Lo que hay que saber

Visita. Mujeres cordobesas

Cuándo: martes 3 y 10 y jueves 5 y 12 a las 10.

Partida: Oficina de Informes Cabildo Histórico (Independencia 30).

Recorrido. Mausoleo del General Paz, Plazoleta del Fundador, exteriores Iglesia Santa Catalina de Siena.

Costo: gratuito.

Visita. En tiempos de labores.

Cuándo: martes 17 y 31 y jueves 19 y 26 a las 10.

Partida. Oficina de Informes Cabildo Histórico (Independencia 30).

Recorrido: museos de la Ciudad y San Alberto.

Costo. Museo San Alberto $ 5 y en Museo de la Ciudad, $ 2, en concepto de colaboración voluntaria.