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Ascochinga conjuga historia y relax en las Sierras

Esta localidad fusiona escenarios naturales con estancias y construcciones antiguas y propone variadas actividades al aire libre. Ideal para pasar el día o quedarse un "finde".

Hay que ir por partes para entender de qué se trata esta localidad situada en la región de las Sierras Chicas. Para dilucidar la esencia de Ascochinga, se puede acudir a ciertos atractivos naturales e históricos que son visitables independientemente del clima. En este recorrido, cada rincón guarda un relato por contar y un paisaje donde descansar.

Anécdotas del pasado

Es algo que se repite: por aquí resuenan los nombres de personalidades distinguidas del país y del mundo. Es el caso de la familia Kennedy: allá por los años ’40, John Fitzgerald festejó uno de sus cumpleaños en un puesto de la estancia Santa Catalina, un predio que pertenecía a Miguel Ángel Cárcano, exembajador argentino en París. Muy amigo de su hijo, se hospedó en la casona San Miguel, donde –dicen– pasó algún tiempo disfrutando de paseos a caballo y yendo a misa en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús. Esta capilla de estilo neogótico revestida en piedra data del año 1900 y, además de poseer una placa que recuerda el paso de JFK, fue fruto de la iniciativa de un grupo de mujeres que consiguieron que sus maridos, entre ellos Julio Argentino Roca, la construyeran.

A pocos kilómetros se encuentra la renombrada estancia La Paz –hoy un hotel–, que fue propiedad y refugio familiar de verano de ese expresidente argentino. El extenso parque, diseñado por el célebre paisajista Carlos Thays, resguarda un lago rodeado de algarrobos, tipas y plátanos; un pasaje al relax total. Para conocerlo, es importante realizar una reserva y degustar alguna de sus exquisitas propuestas gastronómicas.

Vale la pena también una visita exprés al emblemático barrio Parque, perteneciente a la Fuerza Aérea. Allí hay un liquidámbar de más de cien años que, como dicen los lugareños, es “un sueño”: en esta época del año, sus hojas rojizas y naranjas caen como lluvia al suelo. Para verlo hay que anunciarse en el ingreso al predio y caminar sólo un par de kilómetros hasta donde se encuentra el ejemplar.

Un respiro

En lengua comechingona, Ascochinga significa “perro perdido”. Según cómo la vive aquel que la transita, tranquilamente podría ser un sinónimo de “serenidad”. Es que sus paisajes naturales regalan postales para recordar, y hay que ir con zapatillas cómodas y ganas de caminar para encarar algunos de los abundantes planes que ofrece al aire libre. Su reserva natural con unas 3.300 hectáreas permite comprender que se está en medio de un bosque chaqueño serrano muy bien conservado. ¿Qué se puede encontrar por aquí? Sin duda, no hay irse sin haber pasado por el balneario del río Carapé, ubicado en el centro de este espacio protegido, donde se puede pasar la tarde caminando por sus costas y lograr un break del ritmo de la ciudad.

Para sumarle un poquito más de exigencia al paseo, ascender al cerro Ascochinga o Piedras Blancas, a unos 1.800 metros de altura, es llegar al balcón natural más importante de la región. Se recomienda ir acompañado de un guía habilitado, por la complejidad de sus senderos y porque son alrededor de tres horas de recorrido.

Como broche de oro para los amantes del senderismo está el cerro mirador de la Cruz, que se encuentra a pocos metros de ingresar a la localidad y lleva alrededor de 40 minutos de travesía. Su trayecto es el preferido de familias enteras. ¿Por qué? No posee gran dificultad y puede realizarse sin guía. En la cima se aprecia una importante cruz, testigo de amaneceres y atardeceres únicos.

Por sus paisajes y su historia, Asconchiga es sin duda una buena decisión a la hora de emprender una escapada.