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Un camino de película por los lagos del sur

El Camino de los Siete Lagos, en Neuquén, es uno de los lugares más visitados de Argentina. Bosques, cascadas, pueblitos y espejos de agua se fusionan en paisajes que invitan a la aventura.

Uniendo las ciudades de San Martín de los Andes y Villa La Angostura, el Camino de los Siete Lagos atraviesa la provincia de Neuquén por la ruta 40. Espejo, Correntoso, Escondido, Villarino, Falkner, Machónico y Lacar son los espejos de agua “oficiales”, aunque muchos visitantes contabilizan también al Nahuel Huapi, al Traful y al Meliquina en la lista.

No es raro cruzarse con turistas de los cinco continentes que visitan estos parajes del sur argentino. Hay grupos de amigos y familias de ciclistas con niños pequeños, que deciden recorrer la zona en sus bicicletas y acampar en cada uno de los lagos que forman el circuito.

El camino puede comenzar con la visita a San Martín de los Andes y terminar en Villa La Angostura, o viceversa. Si bien son 110 kilómetros los que separan a ambas ciudades, el viaje durará mucho más que dos horas.

San Martín de los Andes es una localidad que en los últimos 20 años duplicó su población debido al crecimiento turístico. Tiene 30 mil habitantes y gran cantidad y variedad de alojamientos, empresas de servicios turísticos, ofertas gastronómicas y opciones de aventura.

Si bien se puede visitar en cualquier época del año, destaca la temporada de invierno, cuando se puede aprovechar para practicar algún deporte de nieve, y el verano, que brinda la posibilidad de refrescarse en las aguas del lago Lacar.

Comenzar el Camino de los Siete Lagos desde San Martín implica partir con el Lacar a la derecha, una imagen que ofrece grandes vistas panorámicas. A instantes de arrancar, es probable que el viajero se detenga a tomar fotografías o simplemente a disfrutar del paisaje que otorga la ciudad.

DATOS. Información útil para recorrer los lagos del sur.

Continuando por la ruta 40, a la izquierda se abre el camino que lleva hacia el lago Meliquina. Para algunos, por la trasparencia de sus aguas y sus costas, es uno de los más bellos del recorrido. Lo mejor es ir con tiempo, desviarse de la ruta y visitarlo para sacar conclusiones. Como en casi todos los lagos, hay opciones de kayak y pesca. Meliquina es una palabra mapuche que significa “cuatro rincones”, y junto al lago se levanta una pequeña villa de 200 habitantes. Imperdible.

Volviendo a la ruta, se observan el lago Machónico y el Villarino sobre la derecha, y aparece el único ubicado a la izquierda: el Falkner. Este espacio posee un camping sobre la ruta, proveeduría, y hasta un food truck. Dispone de mesas en las que se puede almorzar y pasar un buen momento al borde del lago, con las montañas de fondo. Un consejo: quienes quieran acampar deberán llevar implementos de calidad para soportar el  frío en la noche.

Vale aclarar que en muchas partes del camino existen miradores donde detenerse con los vehículos, y están bien señalizados.

Un nombre que hay que recordar es Vullignanco. Así se denomina una imponente cascada de 35 metros, que cuenta con un mirador organizado especialmente para que el turista observe esa maravilla. Siempre hay algún viajero estacionado en la zona, contemplándola.

El Camino de los Siete Lagos es tan impredecible que, cuando uno considera que ya lo ha visto todo, algo más llega para sorprenderlo. Es el caso del desvío hacia Villa Traful, para conocer el lago del mismo nombre, que aunque no forme parte del circuito de los siete la recomendación es tomar el camino de ripio y visitarlo.

Aún quedan por descubrir el lago Correntoso y el que es considerado como “el río más corto del mundo”: un curso de agua que une este lago con el enorme Nahuel Huapi. El viaje está repleto de bellezas y es imprescindible habilitar espacio en la cámara o en el celular para registrar todos los paisajes. Al final se arriba a Villa La Angostura, la coqueta localidad que corona el circuito.