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El milagro detrás del pehuén, el árbol emblemático de Neuquén

LaVoz / Archivo
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Conocido también como araucaria, esta especie milenaria es la protagonista de innumerables leyendas originarias. En la Patagonia crearon la "Ruta del Pehuén".

Los bosques patagónicos ofrecen postales increíbles de la naturaleza. En ellos conviven especies animales y vegetales, rodeadas de historias milenarias y al resguardo del avance de las civilizaciones.

El pehuén (también conocido como araucaria), el árbol emblemático de la provincia de Nequén, es venerado no sólo por su belleza, por sus frutos (la canción Piñonero, de don Marcelo Berbel, es un auténtico himno neuquino) sino también por su historia y su tradición.

En tiempos de aislamiento, el Ministerio de Turismo recordó a su especie insignia, de miles de años de vida, alrededor de la que transcurrió la historia originaria.

Los bosques de pehuenes se extienden sobre el centro oeste de Neuquén, al pie de la Cordillera de los Andes. Testigos de los tiempos, son una fuente de inspiración de mitos y leyendas de los pueblos de la zona.

A su sombra, los destinos de Caviahue – Copahue; Villa Pehuenia – Moquehue y Aluminé, desde Zapala (conocida como "El Portal del Pehuén"), conforman la denominada "Ruta del Pehuén", circuito con paisajes únicos en los que predomina esta especie emblemática que extiende sus raíces entre la tierra y las rocas basálticas.

Esa ruta se destaca por sus experiencias de turismo aventura, rélax, senderismo pesca, buseo, canotaje, visitas a museos y sitios arqueológicos.

Una de las leyendas más fuertes es la del “milagro del Pehuén”, que tiene numerosas variantes. Cierta vez, en un frío invierno, la tribu se encontraba sin alimentos ni reservas, y el cacique mapuche envía a sus hombres más a buscar alimentos.

Todos fueron regresando con las manos vacías, menos Ñehuén. El frío, el hambre, la angustia los estaba venciendo a todos, sin esperanzas, hasta que un día lo vieron llegar con su bolsa repleta de piñones, fruto del pehuén, considerado sagrado.

Ñehuén dijo que en su travesía un anciano en las montañas se puso a caminar junto a él, y le preguntó qué buscaba. “Con tantos piñones no deberían estar pasando hambre”. El regalo de Ngenechén (dios) estaba servido, y salvó a la tribu que nunca más sufrió el hambre y la escasez.

El Ministerio de Turismo de Neuquén tomó la versión publicada por Nahuel Montes en el libro “Cuentos, mitos y leyendas patagónicos” para recordar esta historia que es un clásico patagónico.