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Mendoza alta gama

Propuestas para un fin de semana que invita a conocer los entretelones de la viticultura mendocina, acercándose a los secretos de bodegas en el Valle de Uco y Luján de Cuyo.

La Ruta del Vino en Mendoza es seguramente el circuito temático más conocido y apreciado del país por argentinos y extranjeros. Una salida que se puede realizar en cualquier momento del año, porque entre el ciclo natural de las vides y el calendario turístico siempre hay algo para hacer; sea la vendimia, ciclos de música, proyecciones de cine u otras propuestas.

Cuando empezó a generarse el auge del turismo en torno del vino en Cuyo, las visitas a las bodegas se limitaban a recorrer las instalaciones y terminaban a veces con una degustación. Con el tiempo, varias han completado sus agendas para visitantes y ahora ofrecen un abanico mucho más amplio: desde participar en el trabajo en las vides a ser sommelier por unas horas o aprender a diferenciar varios vinos de un mismo cepaje, según los tan mentados terroirs. Estas experiencias nos llevan en particular al Valle de Uco y a Perdriel, dos de los principales centros de la viticultura mendocina.

Un “blend” de lujo 

Hay que bajar hasta Tunuyán, en dirección a San Rafael, para llegar al Valle de Uco. La ruta es buena y el trayecto se hace en un par de horas desde el centro de la capital provincial. Es el terruño de varias de las bodegas más emblemáticas del país (Salentein, Clos de los Siete, entre otras) y, al mismo tiempo, allí se puede admirar la postal más icónica de la provincia: unas prolijas filas de vides al pie de montañas cubiertas por nieves eternas. Es la vista que ofrece por ejemplo The Vines of Mendoza; un emprendimiento atípico, una suerte de condominio de viñedos. Particulares de todo el mundo (principalmente anglosajones, algunos brasileños y muy pocos argentinos) compran parcelas de una propiedad cuyo personal se ocupa de plantar, cuidar y hasta cosechar las vides. El dueño del lote puede participar, si lo desea, aunque la gran mayoría sólo elige el cepaje que se plantará (malbec principalmente, pero con una buena cantidad de cabernet franc al mismo tiempo) y recibe cada año las botellas de su vino en su casa.

DATOS ÚTILES. Información útil para recorrer la Ruta del Vino en Mendoza.

Con el tiempo, y gracias al éxito de su fórmula, The Vines ha crecido: se ha completado con un resort y hace unos años dio espacio al mediático cocinero Francis Mallmann, que abrió allí su restaurante Siete Fuegos. Al hospedarse en las llamativamente lujosas villas, los huéspedes –sean o no propietarios de parcelas– participan en varias actividades en torno del vino, preparadas por la directora de bodega Mariana Onofri. La más sugestiva de todas invita a crear un blend propio, o personalizado. Es un desafío ideal para grupos. Al final de la sesión se comparten, se prueban y se evalúan los resultados de cada participante. Las mezclas se hacen con vinos seleccionados por la especialista, que al mismo tiempo analiza cada uno y da algunas pistas para llegar al secreto de un blend bien logrado.

El sabor de la tierra

En todo momento, el vocablo que siempre vuelve en los comentarios de los especialistas del vino es el terroir, una palabra francesa para designar el terruño. Para entender lo que es y cómo se traduce en un vino, lo mejor es volver hacia la ciudad de Mendoza y parar en la localidad de Perdriel, para visitar la bodega Norton.

Es una de las más grandes y antiguas del país. Fue fundada por un ingeniero agrónomo inglés –el Norton en cuestión– a fines del siglo XIX, y durante la visita se recorre la casona que construyó para él y su familia. La bodega propone muchas actividades como para pasar una jornada completa, pero la más popular –que se puede realizar sin reserva previa y en todo momento– es una degustación de tres vinos malbec con las explicaciones de un especialista que focaliza su atención sobre el terroir.

Durante la actividad, se abren tres botellas de vinos hechos a base del mismo cepaje, pero de distintas edades y parcelas muy diferentes. Gracias a las explicaciones, se llega a entender mejor por qué cada uno tiene un gusto propio y bien marcado. Entran en la cuenta suelos, temperaturas, edades de las cepas y otros factores. Es una actividad muy instructiva, que se remonta hasta el sabor mismo que puede generar una tierra determinada, y se completa con varias propuestas más: desde la visita a las instalaciones hasta un recorrido por los campos, la posibilidad de pasar horas con los peones en los viñedos o simplemente almorzar en el restaurante temático de la bodega.