buscar

Laguna Brava: una aventura rumbo a la inmensidad

El camino, cerca del paso internacional de Pircas Negras, en la provincia de La Rioja, es soñado para los amantes de la aventura.

La ruta combina maravillosos paisajes de cordillera, puna, picos nevados ansiados por escaladores, una laguna de sal en la que anidan flamencos, antiguos refugios de arrieros, y es la puerta del desierto más árido del planeta, según los especialistas.

Llegar a completar toda esa oferta de lugares en un solo viaje es una proeza, pero en Voy de Viaje te contamos cómo disfrutar al máximo esta ruta que a través de más de 450 kilómetros une las ciudades de Villa Unión, en La Rioja, ubicada sobre la mítica ruta 40 y Copiapó, el primer oasis chileno del desierto de Atacama.

Villa Unión es el lugar elegido para la salida porque recibe al viajero con un importante abanico de hospedaje y gastronomía, el lugar además es conocido por ser la localidad más cercana al Parque Nacional Talampaya. Si el plan es llegar hasta Chile, este es un buen lugar para aprovisionarse para un largo viaje que puede llevar más de 12 horas, dependiendo del tiempo que demoren los trámites de aduana. Expertos en este cruce recomiendan siempre hacerlo en caravana, llevar un bidón de nafta extra, mucha agua y no alejarse de la ruta principal.

La piedra basal del Paso Pircas Negras fue puesta en 1992 por el entonces presidente de la nación, Carlos Menem. Casi 27 años después, esta ruta sigue formando parte de un proyecto de corredor bioceánico que promete la pavimentación de todo el trayecto.

Sin embargo, el viajero que llegue hoy encontrará asfalto hasta la localidad de Alto Jagüel, a excepción de un tramo anterior en la Quebrada de Las Troyas, que es digno de visitar por sus excepcionales formaciones rocosas.

Las Troyas es un trayecto de pocos kilómetros, ideal para el turismo fotográfico. Sorprenden en el recorrido sinuoso las formaciones La herradura y la Pirámide: cada uno de estos hitos está señalado con un cartel que invita al turista a tomar fotografías.

Para arriba

Desde Alto Jagüel comienza el ascenso más pronunciado. La Laguna Brava es el próximo destino y se descubre en una zona de puna, a más de 4.300 metros de altura. Es recomendable para el viajero no exigir el cuerpo durante el itinerario ya que el ascenso es acentuado y en corto tiempo. Un desayuno frugal es la mejor opción, beber bastante agua y tratar de no ingerir alimentos durante el trajín. Aquellos que visitan asiduamente el paisaje suelen llevar caramelos. Ayuda.

Laguna Brava es un sitio Ramsar desde el año 2003, se encuentra calificado dentro de un protocolo internacional de humedales protegidos y es reserva de vicuñas. Hoy es un refugio provincial de unas 405 mil hectáreas. Lo visitamos gracias a una invitación del gobierno de La Rioja a través del Ministerio de Planeamiento e Industria en coordinación con el Consejo Federal de Inversiones (CFI).

Ubicado sobre la ruta 76, es el hito previo al paso internacional. Ir y volver en el día es posible, de hecho algunas empresas de excursiones ofrecen viajes que inician temprano en la mañana.

“Cuando subimos al portezuelo de la laguna vemos toda la inmensidad de la Laguna Brava y los tres volcanes, el Veladero (6.436 metros), el Bonete Grande (5.935 metros), el Bonete chico (6760) y el Monte Pissis (6795 msnm)”, cuenta Marcos Moreno, uno de los guías que realiza viajes desde Chilecito. También es posible tomar una excursión al volcán Corona del Inca. Pero estas visitas se alejan del recorrido principal y es necesaria una planificación de tiempo extra.

Estos volcanes apagados son visitados por escaladores. Según fuentes del gobierno de La Rioja, dentro del proyecto del paso internacional está incluido a futuro un refugio de altura para los montañistas.

La inmensidad blanca de la laguna necesita más que unas pocas horas para recorrerla. Hay varios caminos para bajar hacia ella, uno de esos caminos se inicia desde el refugio de “La Laguna” o “del Retamo”, donde se encuentran los restos mortales del “Destapadito”. Bajando por allí, con suerte, se pueden encontrar algunos sitios donde anidan los flamencos y, con un buen zoom, fotografiarlos.

Otro camino es el del avión, que lleva a una zona de avistamiento de un fuselaje abandonado en medio del espejo salado sobre el que se tejen varias leyendas de contrabandistas. A estas altitudes, la temperatura en primavera oscila alrededor de los 10 grados, y el viento sopla bastante fuerte, por lo que es recomendable llevar abrigo para disfrutar de los recorridos que prometen buenas fotografías del desierto blanco y esporádicos remolinos de sal que en la distancia se parecen a géiseres.

Camino de los Toros

La ruta 76 es la consolidación de un antiguo camino por el que se comerciaba ganado hacia la región de Chile.

Durante las presidencias de Bartolomé Mitre y de Domingo Faustino Sarmiento, se mandaron a construir estos refugios de piedra y argamasa que, sumados a corrales del mismo material, constituían la parada obligada de los arrieros que tardaban unos 10 días en llevar ganado desde Vinchina hasta Copiapó. Las construcciones son llamativas, se asemejan a nidos de horneros y es posible visitar algunas que se encuentran sobre la ruta.

Los guías explican que los refugios “El peñón”, “el Veladero”, el “Pucha Pucha”, están ubicados equidistantes a 30 kilómetros y soportan los fuertes vientos y nevadas del invierno. Se destaca el refugio “del Retamo” o “de la Laguna” porque allí yacen los restos de una leyenda del lugar, “el Destapadito”. Nadie sabe a ciencia cierta de qué murió ni quién era, pero los lugareños aseguran que su cuerpo fue hallado congelado dentro del refugio en la década del ‘50.

Los arrieros que lo encontraron depositaron su cuerpo fuera del refugio y le hicieron una pirca con piedras del lugar. Una cruz en la punta de la tumba enuncia: “Q.E.P.D. Destapado”. Lo llaman así porque los guías aseguran que, cuando termina el invierno, las piedras que lo cubren suelen encontrarse dispersas aunque se vuelvan a apilar una y otra vez en primavera. Porque murió de frío, los visitantes dejan fósforos, encendedores y monedas junto a sus huesos, blancos como la sal de la laguna.

Algunos montañistas usan los refugios como paso previo a la escalada.