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Hacia Tilisarao con viento en contra

Paisaje puntano para cortar y enmarcar.
Paisaje puntano para cortar y enmarcar.

A la madrugada comenzó a soplar viento fuerte, lo que predecía el esfuerzo que se avecinaba.

A la madrugada comenzó a soplar viento fuerte, lo que predecía el esfuerzo que se avecinaba.

La marcha la emprendimos por la ruta 10 hacia el oeste. El camino se planteó con una subida suave pero continua y con viento en contra.

El paisaje de prolijos sembradíos se ve interrumpido por la masa cónica aislada en el horizonte del cerro del Morro que asoma su perfil. Por su cara nordeste fuimos a bordearlo.

Al cerro del Morro también se lo llama “Centinela del Valle”y es protagonista de varios relatos mitológicos regionales.

En su interior lo recorre un gran cráter y distintas excursiones invitan a trepar hasta su cima.

La ruta 10 lo recorre por el norte y la 17, de tierra, por el sur. En el paisaje sobresale el cerro pero el entorno está conformado por cuadrículas pintadas con los colores del sorgo, maíz, alfalfa, avena y otras pasturas.

La Toma

Llegar a La Toma demandó mucho esfuerzo por el fuerte viento. En la entrada, como en todos los pueblos recorridos, recibe una escultura de gran tamaño, como parte de la conmemoración del Año Internacional de la Astronomía. En La Toma es una gran esfera de hierros acostada por el viento hacia el sur y en Papagayos, una veleta naranja.

Un largo bulevar de ocho kilómetros deposita en la avenida Mármol Ónix, calle principal, donde se concentran los comercios dedicados a la venta de artesanías en piedra.

En la zona hay canteras de mármol ónix verde, pero se trabaja con piedras de toda la Argentina.

En la periferia, hacia el oeste, está el que fuera casco de la antigua estancia La Toma, de imponente tamaño y coronamiento con almenas. Lo llaman el castillo.

A principios del siglo 20 con el trazado del ferrocarril se establecieron estaciones y así surgieron pueblos como La Toma, Naschel, Tilisarao, Concarán y Santa Rosa del Conlara, entre otros.

El titilar de las luces de la ciudad de Tilisarao (“pueblo del maíz abundante”, en huarpe), dio la bienvenida después de una extenuante jornada de 110 kilómetros de pelea contra el viento.

Hacia la meta

Había poca gente en el pueblo por celebrarse el Día del Trabajador pero ya en la ruta muchos caminantes y jinetes a caballo acudían a celebrar la fiesta patronal de Renca.

Tras superar la columna de promesantes, los pedaleos continuaron hacia Concarán.

Un tranquilo pueblo cuyo nombre significa “valle hermoso” y que apenas llegar, seduce profundamente.

Sus casonas antiguas y la estación de trenes, en perfecto estado, pese a no cumplir funciones, ya hace mucho tiempo, conforman una hermosa armonía.

En esos viejos andenes, siguen los carros maleteros de madera; los carteles con los horarios del tren adheridos a los vidrios de los ventanales de un edificio impecable.

La falta de tiempo no permitió visitar las minas de Wolframio que están abiertas al turismo.

En la entrada de Santa Rosa del Conlara, bajo unos árboles, almorzamos queso y salame mientras se anticipaba el placer por alcanzar el proyecto trazado.

Finalmente, ya con el sol pleno de las horas de la siesta llegamos a Merlo.

Lo que hay que saber

Partida y destino: Merlo, San Luis

Recorrido: por ruta provincial 1 (Carpintería, Los Molles, Cortaderas, Villa Larca, Papagayos, Villa del Carmen y La Punilla); por ruta provincial 10 (La Punilla, La Toma, Naschel y Tilisarao); por ruta nacional 148 (Concarán y Santa Rosa del Conlara), y desvío por ruta provincial 5 hasta Merlo.

Ciclistas: María Cristina Sosa, Germán Gustavo Rebord.

Bicicletas: Giant XTC con equipamiento Halawa